—¿No lo entiendes? Yo tampoco lo entiendo —Shenlian Yingyu suspiró.
—Solo sé que, sin ellos, no puedo vivir. Sin ellos, mi mundo está vacío. Si ellos me abandonan, será muy doloroso. Y si ellos se hieren, yo también. Si pudiera dar mi vida para que estén seguros y sanos, no dudaría en hacerlo —ella no sabía cómo expresar su amor por ellos.
—¿Me estás diciendo que tu corazón está lleno de ellos y que no hay lugar para los demás? —Helan Yuze suavizó su mirada. Él comprendió lo que ella quería decir. Resulta que su amor no era como el de los demás.
—Sí. Puedo ser su maestra, familia, hermana, su amante, o lo que sea para ellos con tal de que me lo pidan —ella asintió rápidamente.
—Yue... —Helan Yuze soltó una carcajada y la abrazó fuertemente en sus brazos.
—¿Te parece gracioso? —ella estaba confundida.
—Entiendo. Entonces yo seré uno de ellos también. Con esto, puedo ser tu hombre —él acarició su mejilla suavemente.
—¿Todos, A'Yi, está bien esto? —ella dudó y les preguntó.