—¡Cálmense, ambos! —El poder espiritual de Xiao Yun envolvió a Xiao Li, quien se levantó las mangas (¿desde cuándo tenía ropa?) y salió del espacio para abusar de algunos chicos malos.
—¡Suéltame, jefe Yun! ¿Cómo puedo permitir que esta absurda situación suceda frente a mí? ¡Esa mujer sin vergüenza se atreve a seducir al prometido de la maestra delante de ella! ¡Qué asco! —El cuerpo blanco de Xiao Li de repente emitió fuego, como si estuviera en llamas. No dejaba de regañar a Huang Bai Xing sin parar. La zorra luchaba, apenas logrando liberarse.
—Xiao Li, ¡escucha bien! ¿Crees que esas personas merecen la bondad y la atención de la Maestra? —Xiao Yun preguntó con calma, algo de verdad raro en él. Esta es la primera vez que Xiao Yun toma el nombre de Xiao Li en serio.
Aquí, era como sus hermanos mayores, su jefe. La maestra le pidió que ayudara a cuidar a estos tipos; tenía que cuidarlos bien.