—¡Vaya, maestra, eres tan poderosa! —La adoración en los ojos de Tian Tian y los demás era tan grande que la hacía sudar.
La miraban como si vieran una criatura mágica y un dios asombroso.
¿Cómo no podían admirarla y adorarla? En el momento en que regresaron, escucharon a Xiao Li contarles sobre la magnífica escena cuando miles de personas se arrodillaron bajo la fuerte lluvia y le juraron lealtad.
¡Qué mágico fue ese momento! Desafortunadamente, regresaron tarde y no llegaron a ver ese gran momento en absoluto.
—No se preocupen, yo y Xiao Li ya hemos grabado ese momento —Xiao Mei les guiñó un ojo.
—¡Excelente! ¡Ambos son increíbles! —Todos se apresuraron, los rodearon y reprodujeron esa escena para verla.
Shenlian Yingyue, Xiao Yun y los hombres sacudieron la cabeza sin poder hacer nada.
El sentido divino de Shenlian Yingyue se expandía por todas partes. Observaba cuán atentos eran y cuánta alegría les producía entrenar, estudiar y practicar hechizos.