—Niño rebelde, ¿qué crees que estás haciendo? ¿Cómo te atreves a faltarle el respeto a tus mayores? —Liu Zimei y Chen Lingyun gritaron histéricamente con sus voces agudas.
Apenas usaron algo de su poder espiritual para estabilizar sus figuras y evitar caerse.
—Esto es solo el principio —Shenlian Yingyue las arrojó contra la pared de la mansión, permitiéndoles ver claramente la situación.
Los labios de los hombres se retorcieron ligeramente al ver lo bárbara que era.
Cuando las dos mujeres vieron a Shenlian Wanyan, sus rostros se iluminaron. Luego miraron hacia la situación afuera, y sus pupilas se contrajeron violentamente.
—¿Hermano? —Ambas exclamaron al unísono.
Liu Wenchen y Chen Lisong se volvieron hacia sus hermanas, quienes parecían haber sido arrastradas aquí a la fuerza y con sombrío aspecto.
—¡Perra! ¿Qué le estás haciendo a mi hermana? —Ambos patriarcas gritaron enfurecidos.
