—Hermana Tercera, Hermana Cuarta, ¿cómo les ha ido en estos años? —Huang Jingyi tomó un sorbo ligero del té. Sus ojos las escaneaban de arriba abajo como si quisiera asegurarse de si estas dos mujeres realmente habían cambiado.
—¡Hasta ahora, todo bien! —Huang Bai Xing levantó la comisura de sus labios.
Shenlian Yingyue sacó un libro de alquimia para leer, esperando poder aprender más sobre ello. Quizás también podría refinar las Píldoras Inmortales algún día para salvar a Fen Fen si se esforzaba lo suficiente.
—Oh, me alegra escuchar eso —Huang Jingyi se rió suavemente.
—¡Hipócrita! —Huang Bai Xing se rió entre dientes. Ella nunca le gustaron las lotos blancas.
—¿Por qué no nos presentas a estos jóvenes maestros? —Huang Jingyi reprimió su desánimo y sostuvo la taza de té para ocultar su ira.
—¿Qué tienen que ver ellos contigo? —Huang Bai Xing tocó la mesa ligeramente.