—Además, ya que has salvado a nuestros discípulos de la Tierra Fantástica, te daré esto —le entregó un anillo espacial.
Ella tomó el anillo espacial con ambas manos y miró dentro. Había una enorme cantidad de piedras espirituales de la mejor calidad, y numerosas cajas contenían plantas raras, píldoras y valiosos tesoros.
Guardó el anillo y no lo rechazó.
El anciano estaba satisfecho de que ella actuara de la manera correcta. Si lo hubiera rechazado, no habría sido bueno.
—Predecesor, ¿te acomodas bien a este ambiente? —miró hacia el cielo sombrío y la tierra lúgubre.
—Toda la montaña está bajo mi control. Puedo cambiar el ambiente cuando lo desee.
—Predecesor, ¿puedo pedir un favor?
—¿Cuál es, niña?
—¿Podría no contarle a otros sobre mi verdadera fuerza?
—No tenía planeado decirle a nadie, incluso si no me lo pidieras —asintió. No tenía planes de interferir en los asuntos humanos excepto por la secta.
