—Xiao Yueyue, ¿puedo llamarte Xiao Yueyue? ¿Puedo abrazarte? —Tuzi AoFen preguntó con expectación.
—Es solo un nombre. Puedes llamarme como quieras, Fenfen. —Ella asintió. En tiempos modernos, abrazar era normal, e incluso cuando llegó aquí, nunca le importó que sus amigos la abrazaran.
Tuzi AoFen la abrazó suavemente antes de enterrar su rostro en su pelo para oler su fragancia. Su alta figura la envolvía, dándole una sensación de seguridad.
Para evitar problemas, Tuzi AoFen se transformó en un conejo rosa y se sentó en su hombro. La gente no lo notaría, y aunque lo hicieran, pensarían que era una mascota inofensiva. Además, convirtiéndose en un lindo conejo, podía permanecer cerca de ella. Su apariencia era demasiado impactante; solo traería problemas a Xiao Yueyue, y él era demasiado perezoso para lidiar con esos hombres y mujeres que baboseaban por él.
