—¿No nacen las bestias para ser herramientas de los humanos? Se niegan a servirme, así que solo puedo usar mis medios para obligarlas —Sikong Yanya estaba sentada en la gruesa rama del árbol e inclinó ligeramente su cuerpo.
—¿Es este el pensamiento de todos aquí? —Shenlian Yingyu jugaba con la flor morada en su mano.
—Aquí esto es sentido común. Solo tú sientes lástima por esas bestias. Aquí, el poder lo toma todo. Los fuertes pueden ser los gobernantes, y los débiles no tienen derecho a expresarse. El poder lo es todo. O morimos nosotros, o mueren ellos. Si las bestias aquí fueran más fuertes que los humanos, obligarían a los humanos a ser sus esclavos y les entregarían los territorios.
—El ser humano luchó con otras razas. Las otras razas lucharon con los humanos. Quien sea el ganador tendrá el privilegio de sentarse en el trono y controlar el mundo y sus destinos. Los perdedores se convertirán en esclavos de los ganadores.