—Yueyue, si alguien te intimida con su fuerza, debes mostrar este espejo y ponerlo frente a ellos. ¡Te temerán! —Tuzi AoFen sujetó sus hombros seriamente.
No esperaba que el espejo le fuera a ser útil.
—¿Alguien te dio el Espejo de la Diosa Conejo? —el hombre preguntó de nuevo.
—Lo recogí —lo repitió sin expresión.
Sin embargo, bajó la cabeza para ocultar su euforia. ¿Espejo de la Diosa Conejo? ¡Sonaba tan adorable y poderoso! El nombre parecía lindo, y las orejas de conejo esponjosas en el espejo también eran encantadoras.
—¡Eres tan molesto! —El hombre cerró los ojos y se quedó inmóvil.
—¿Cuándo te vas a bajar de mi abanico mágico? Tengo que encargarme de algunos asuntos —Shenlian Yingyue sacó una vara larga para pinchar la pierna del hombre.
—¡Bang! ¡Cálmate! —El hombre destruyó la vara con una sensación furiosa.
