—¡Por supuesto que no! Si tengo recuerdos relacionados con aquel que me hizo daño, ¿por qué crees que soy muy atenta antes de hacer algo? No quiero luchar con enemigos de los cuales no estoy segura de ganar. No lucharé en batallas inciertas. ¡Y no quiero provocar al gran jefe en la etapa final que ni siquiera conozco! —Shenlian Yingyue le dio palmaditas en la espalda a Xiao Qiu.
Jun Mu Yang se quedó sin palabras por estos dos. Una era la mujer a la que amaba, y el otro era su compañero, en quien confiaba. Ahora están actuando como compinches. ¿Desde cuándo se hicieron tan familiares el uno con el otro?
—¿Qué pasaría si el gran jefe que te hizo daño realmente se enamorara de ti? —Xiao Qiu levantó sus labios.
—No puede ser y nunca podrá ser cierto. Si me dijeras que el gran jefe se enamoró de mi padre, de mi hermano o de los que están a mi alrededor, asentiría y estaría de acuerdo con tu afirmación. —Shenlian Yingyue se frotó la cabeza con perplejidad.