Pero a la Vieja Señora Long no le importaba dar el primer paso porque la Emperatriz Viuda Mei estaba apuntando contra Nan Hua. Si le hubiera importado más la Familia Long, la Vieja Señora Long no habría intentado interponerse.
Así que no había necesidad de decir palabras.
Nan Hua comprendió los buenos deseos de la Vieja Señora Long.
—Gracias, Abuela.
La Vieja Señora Long se rió entre dientes. Miró en la dirección donde se había ido la Emperatriz Viuda Mei y se sintió un poco satisfecha con su propia actuación. Después de todo, había llegado al punto en que la Emperatriz Viuda Mei tuvo que irse.
Nan Hua pensó que todo había terminado cuando vio a la Princesa Hu acercándose. En su corazón, se preguntó si su habilidad para pasar desapercibida tendría alguna utilidad en ese lugar. Esas personas aún intentarían encontrarla cuando se empeñaran en dificultarle las cosas.
Era imposible para ella evitarlo.
