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—Señorita —llamó Xiao Yun preocupada.
—Estoy bien.
Nan Hua no parecía importarle en lo más mínimo lo que esas personas estuvieran haciendo. Dado que Nan Shu Cheng quería tanto a la Señora Qu, era natural que quisiera pasar la noche con ella. Sin embargo, la forma en que se lo confiaba a su esposa era bastante antinatural.
Con esto en consideración, Nan Hua tendría que cambiar ligeramente su plan.
—Las sirvientas pueden estar observándole más mañana, Señorita.
—Que observen.
No había nada que Nan Hua planeara hacer tampoco. Ella había terminado la mayoría de su entrenamiento y si mantenía su presencia baja y practicaba algunos movimientos básicos en su habitación, nunca podrían saberlo.
La clave era mantenerse en silencio.
Nan Hua hizo un gesto con su mano. —Puedes irte.
—Sí, Señorita.