Desde la otra dirección, el General Feng lideraba a sus soldados hacia la Ciudad del Viento. El número de soldados que trajo no era pequeño, pero tampoco demasiado grande. Estarían a cargo de proteger a la Princesa Yue cuando partiera de la Ciudad del Viento en una semana.
—¡General!
Los soldados hicieron una reverencia al ver llegar al General Feng. Ni uno solo de ellos se atrevió a moverse cuando su general pasó.
Nan Hua y los demás habían bajado las escaleras. Mirando la escena desde la distancia, Nan Hua podía sentir la reverencia y el orgullo que los soldados tenían al dirigirse al General Feng.
Era evidente que, en la Ciudad del Viento, el estatus del General Feng no era algo que nadie pudiera igualar.