—Gracias por venir, Joven Maestro Long —Nan Luo se sintió aliviado al ver que la Vieja Señora Long aún podía moverse con frecuencia. Había oído que su salud no era buena, así que estaba un poco preocupado de si podría venir o no.
Long Qian Xing sonrió.
—No es nada, Primer Joven Maestro Nan. Me alegra que la abuela pueda ser de ayuda.
Cuando se enteró de que el Anciano Maestro Nan necesitaba nuevamente la ayuda de su abuela, simplemente irrumpió en su habitación. Aunque su abuela terminó regañándolo, él todavía la arrastró para que echara un vistazo al Anciano Maestro Nan.
Por la forma en que actuaban estas personas, estaba claro que no querían que nadie conociera la verdadera salud del Anciano Maestro Nan. Si aún estuviera el emperador anterior, había la posibilidad de que el Anciano Maestro Nan tuviera que complacerlos.
—Gracias —dijo Nan Hua desde atrás.
—Chica tonta, no tienes que agradecerme —Long Qian Xing soltó una carcajada.
