Oliver se detuvo un momento, ligeramente sorprendido. —¿Cómo acabaste así?
Melissa replicó de inmediato:
—¿A qué te refieres? ¡Estoy perfectamente bien!
Al terminar de hablar, miró hacia la entrada. —¿Todavía no ha llegado Jake?
Aunque antes Melissa temía a Oliver, su perspectiva cambió tras vivir sola durante un tiempo. Se dio cuenta de que no era el divorcio lo que temía, sino el cambio.
Ahora Jake podía mantenerla económicamente, y ella todavía pasaba sus días en casa. Con una mesada que le entraba, no tenía que preocuparse por la comida ni la bebida, solo de hacer la compra de vez en cuando.
Lo más importante, después de dejar esa casa, sus expectativas sobre Oliver desaparecieron.
En el pasado, temía esas noches solitarias en su amplio dormitorio principal, anhelando que Oliver llegara a casa para hacerle compañía en lugar de irse a ver "a ella".