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Keira se detuvo, sus ojos llenos de lágrimas.
Miró al viejo señor Sims, asombrada, luchando por encontrar palabras que pudieran transmitir la veneración que sentía.
Aquí estaba un anciano que había dedicado toda su vida a su país.
Keira entendía que, a pesar de la humillación pública de Vincent y Holly y la forma en que habían sido etiquetados como espías, no albergarían resentimiento hacia el anciano una vez que supieran la verdad.
Holly vería a su abuelo como alguien que nunca la había defraudado.
Keira creía que Holly era ese tipo de persona.
Apretó los puños y miró al anciano con una mezcla de admiración y pena.
El viejo señor Sims dijo:
—¿Keira, verdad? Holly a menudo habla de ti, diciendo que eres su mejor amiga. Pero debes prometerme que no la ayudarás. Estoy en problemas ahora, y si mi hijo y mi nieta recibieran protección, levantaría sospechas en el País M. Esto haría aún más difícil que Barry Brandt regrese a casa. Debemos evitar cualquier complicación.