Taylor se detuvo; dejó caer esa mano sangrante y volvió a mirar a la Sra. Olsen, encontrándose con su mirada tranquila, sabiendo que cualquier argumento adicional era inútil.
Apretó los puños, dejando escapar una risa amarga. —¡Shirley, lo hice todo por ti! —La Sra. Olsen sentía que se estaba volviendo loca. —¿Por mí querías matar a mi hija? ¡Taylor, maníaco! Tú...
Al momento siguiente, Taylor estaba encima de ella, inmovilizando ambas manos.
La Sra. Olsen había estado inconsciente durante dos días enteros; ahora yacía allí impotente, mirando a Taylor mientras él se inclinaba repentinamente, con el pánico subiéndole a la voz. —Tú, ¿qué vas a hacer?
—Shirley, hemos sido marido y mujer durante 22 años, y nunca me permitiste tocarte... No voy a hacer nada; ¡solo estoy ejerciendo mis derechos como esposo! —Después de decir esto, ¡enterró su cabeza en la nuca de ella!
¡En ese momento, él temblaba de emoción por todo su cuerpo!
