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Scott miró WhatsApp, solo para recibir un mensaje que decía: «No me importa quién eres. Deja de decir cosas extrañas».
Scott estaba un poco desconcertado y miró a su asistente con confusión. —El tono de la Señorita Olsen es un poco raro. No creo que me dé su paraguas.
El asistente respondió:
—Quizás sea porque ustedes dos aún no son muy cercanos, jefa. Podrías enviarle más mensajes a la Señorita Olsen, y será mejor cuando se conozcan más.
Scott pensó por un momento. —¿Qué debería escribir?
El asistente sugirió:
—Podrías hablar sobre cosas cotidianas, como lo que sucede a tu alrededor o cómo te sientes sobre ciertas cosas.
Scott parecía contemplativo.
El coche salió del garaje, y Scott giró la cabeza. De repente vio un montón de caca de perro en el suelo. Frunció ligeramente el ceño, sacó su teléfono y continuó mandando mensajes a Keira.
...
Lewis dejó ese Bentley para Keira, y no dudó en entrar.