Keira miró el celular de Isla, solo para encontrarla chateando con alguien que no conocía.
La otra parte había enviado un mensaje:
—Ya estoy en la entrada. ¿Cuál es la sala privada?
Isla había enviado el nombre de la sala.
La otra parte escribió:
—Estaré allí en un momento.
Este desconcertante historial de chat dejó a Keira llena de desconcierto. En ese momento, hubo un alboroto en la entrada, y todos miraron hacia allá.
Afuera, los pasos de Lewis se detuvieron ligeramente mientras de repente giraba la cabeza.
Detrás de él, Tom no pudo evitar preguntar:
—Jefa, ¿no vas a entrar?
Pero cuando notó la dirección de su mirada, Tom giró la cabeza y vio a un hombre con ropa de trabajo, con huellas de barro, entrar decididamente.
Scott se había lavado especialmente la cara hoy, pero no había tenido tiempo de cambiarse de ropa.