La Sra. Olsen se quedó un poco sorprendida.
Luego se dio cuenta de que si Keira no se había ido, él en realidad había llegado justo a tiempo.
Taylor frunció el ceño. —Está aquí ahora. ¿De qué hay que preocuparse?
La niñera sonrió torpemente. —Solo tenía un poco de miedo, eso es todo.
Isla se rió entre dientes. —Eres demasiado tímida. ¿Qué tan intimidante puede ser el esposo de ella para asustarte así? Papá, mamá, vamos a verlo por nosotros mismos.
Enganchó su brazo en el de Jake y siguió detrás de Taylor y la Sra. Olsen hacia la puerta principal.
Una vez allí, todos fruncieron el ceño al ver al hombre frente a ellos.
Vieron a un hombre alto parado allí, con ropa de trabajo. Estaba sucio por completo y cubierto de barro. Su rostro estaba limpio, revelando características delicadas y profundas, pero su cabello estaba hecho un desastre. Claramente acababa de salir de un sitio de construcción.