—Quienquiera que sea tu esposo, eso no es excusa para que seas la amante de alguien más, una destructora de hogares —la mirada de Jake era penetrante mientras la observaba—. ¿O es eso lo que eres? Tu madre fue la amante de alguien. ¿Has heredado sus genes? ¿Crees que estás destinada a ser una amante y que no puedes estar cómoda a menos que estés destruyendo el hogar de alguien?
Sus palabras provocadoras sonaban un poco insanas.
—Piensa lo que quieras —dijo Keira.
Esto aparentemente enfureció aún más a Jake, y él agarró su brazo con enojo.
—¡Keira, te ordeno que dejes a mi tío de inmediato!
—¿Bajo qué autoridad me estás ordenando? —se burló Keira.
Jake apretó los puños.
En ese momento, la voz de Isla resonó.
—¡Keira, Jake, qué están haciendo ustedes dos!
Ella se acercó enojada.
Su mirada se desplazó de Jake a Keira, luego mostró una expresión de lástima.
—¿Qué están haciendo aquí a mis espaldas, agarrándose el uno al otro?
