Lewis avanzó, con la intención de entrar primero.
Pero Keira no esperó a que él hablara. Silenciosamente abrió la puerta.
No confiaba mucho en su tío, temía que la amenazara o la coaccionara para llevarla a alguna trampa, así que estaba muy alerta.
La habitación estaba oscura y la luz no estaba encendida.
Keira entró lentamente, y tan pronto como entró, vio una figura oscura que se abalanzaba hacia ella. —¡Sobrina, si no me das dinero hoy, no saldrás!
Ese tono amenazador...
Keira entrecerró los ojos, sonrió con desdén y rápidamente levantó el pie para darle a la figura una fuerte patada.
—¡Pum!
La figura cayó al suelo.
Al oír el ruido, Lewis empujó apresuradamente la puerta y entró. No podía ver lo que estaba sucediendo y preguntó ansiosamente:
—¿Está todo bien?
—Está bien —respondió ella.
Al caer estas palabras, Tom, que seguía detrás, sacó una potente linterna y la dirigió hacia Keira, iluminando la mitad de la habitación.