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Poppy estaba aterrorizada.
Solo ella y su hermano, Finley, sabían sobre el intercambio de las niñas.
¡Nunca se lo había mencionado a su verdadera hija, Isla!
¿Cómo podría saberlo la anciana Sra. Horton?
Además, habló en un tono asertivo, no de sospecha, ¡sino de certeza!
Al ver a Keira y a Lewis acercarse, ¡Poppy parecía aún más inquieta en su culpa!
¿No habrían escuchado lo que acababa de decir, verdad?
La anciana Sra. Horton resopló.
—Lo sé. Intimidaste a mi nuera. ¡Eres una mala mujer!
La anciana divagaba una y otra vez. Parecía que algo andaba mal con su mente...
Poppy exhaló aliviada. Se acercó a Keira con el termo en mano.
—Querida Keira, te he traído un caldo de pollo. Debes estar cansada de cuidar a la anciana Sra. Horton. Necesitas comer más para recuperar fuerzas...
El aroma del caldo de pollo del termo se extendió por el aire, pero para Keira no era más que ironía.
Esta era la primera vez que Poppy le hacía sopa.