Mientras Alterra se ocupaba de las consecuencias de su primer guerra, varios otros territorios todavía estaban experimentando las suyas.
Pueblo Juno.
¡BANG!
—¡NOOOO! ¡AYÚDAME! —gritó una mujer de mediana edad, tratando de protegerse de una espada con nada más que sus brazos. La mujer sollozó al ver su vida terminar ante ella, pero
¡CORTE!
Una espada larga apareció frente a ella. Rozó su nariz puntiaguda, pero sintiendo su cabeza todavía unida a su cuello, definitivamente no le importó.
La hoja que habría estado sobre su piel ahora estaba defendiéndola de otra hoja. La mujer se quedó boquiabierta mientras el guardia familiar apartaba al enemigo aborigen con todas sus fuerzas.
Él era el capitán de la guardia en su territorio, alguien sumamente respetado, quizás incluso más que el propio señor.
Especialmente ahora que dicho Señor estaba desaparecido, escondido en algún lugar.
—¡Gurnam! —gritó la mujer, y él se tomó un momento para mirarla, aunque estaba enfocado en su lucha.
