—Tengo noticias —fue lo primero que dijo al volver a entrar en la cueva. Sheila la miró, esperando que continuara. —He encontrado a otros supervivientes —dijo Altea, y los ojos de Sheila se iluminaron inmediatamente.
—¿De verdad? —preguntó—. ¡Finalmente hay más gente! —Luego se dio cuenta de su ingenuidad, se aclaró la garganta y miró a la chica más joven con vergüenza.
—¿Vamos... a ver?
Altea sonrió, contenta de que esta conejita blanca finalmente estuviera madurando. —Sí.
Por supuesto, primero echarían un vistazo antes de hacer contacto. De todos modos, el humo estaba en dirección a las montañas, así que bien podía aprovechar para investigar.
—Me aseguraré de no ser demasiado amigable —dijo ella.
Altea asintió. —Y no muestres mucho nuestras provisiones —le recordó Altea, y tras una pausa Sheila asintió comprendiendo.