Mientras el grupo avanza con cautela por el oscuro corredor del templo, el aire se carga de tensión ante la anticipación de peligros ocultos que acechan. El primer signo de amenaza llega abruptamente cuando Lyria, al dar un paso más allá de lo debido, activa una placa de presión ligeramente elevada entre las demás. De repente, las paredes a ambos lados del pasillo cobran vida, desatando una lluvia de flechas en el espacio que ella acaba de abandonar, gracias a su salto instintivo hacia atrás.
El grupo intercambia miradas alarmadas, ahora plenamente consciente de que el templo no es solo un depósito de antiguos secretos, sino también un laberinto mortal diseñado para protegerlos. Niamh, con su aguda percepción, toma la delantera, guiando al grupo por un sendero sinuoso, señalando las baldosas seguras en las que deben pisar.
Sin embargo, las trampas se vuelven cada vez más complejas y peligrosas. En un momento dado, Elren, con su valentía habitual, avanza con confianza pero pronto descubre que el suelo bajo sus pies es una ilusión; una sección entera se desvanece, revelando un oscuro abismo lleno de afiladas púas debajo. Solo sus reflejos rápidos y la intervención oportuna de Alex, quien logra agarrar su brazo en el último momento, evitan una caída mortal.
Continúan avanzando, encontrándose ahora con un pasillo que parece seguro a simple vista. Pero cuando están a mitad de camino, las paredes comienzan a cerrarse lentamente sobre ellos, obligándolos a correr hacia el otro lado antes de ser aplastados. A pesar del peligro, el grupo no puede evitar admirar la inventiva y la antigua magia imbuida en estas trampas, diseñadas no solo para matar, sino para desafiar la mente y el espíritu.
Más adelante, llegan a un gran salón cuyo suelo está segmentado en cuadrados, cada uno grabado con diferentes símbolos arcanos. Niamh deduce rápidamente que es un rompecabezas, donde cada paso debe seguir una secuencia específica de símbolos para cruzar de manera segura. Con su conocimiento de dialectos y patrones antiguos, guía al grupo a través del tablero peligroso, demostrando que no todas las trampas requieren fuerza bruta o velocidad para superarse.
Finalmente, después de sortear una serie de obstáculos adicionales que ponen a prueba su ingenio, fuerza y trabajo en equipo, emergen en una cámara interna, el corazón del templo. Aquí, el aire vibra con una energía potente y frente a ellos, reposando sobre un pedestal de piedra iluminado por luz celestial, yace el objeto de su búsqueda: el medallón. Pero, como rápidamente se dan cuenta, alcanzarlo será el mayor desafío de todos.