Decidieron entablar una conversación con los soldados, y al acercarse, fueron reconocidos. Para su sorpresa, los soldados saludaron a Alex e informaron que ambos grupos se dirigían hacia las montañas con un propósito similar. Sugirieron que podrían unir fuerzas y aventurarse juntos en el pantano, aumentando así sus posibilidades de éxito y seguridad durante el viaje.
Después de un breve encuentro con los soldados de Regalia, los héroes se adentran en el oscuro pantano siguiendo las instrucciones del Éter. Aunque el pantano inicialmente parece tranquilo y silencioso, pronto se sumergen en una atmósfera ominosa llena de peligros.
Mientras avanzan por las aguas fangosas y los árboles retorcidos, la atmósfera se vuelve cada vez más opresiva. De repente, rompiendo el inquietante silencio, comienzan a emerger bestias ahogadas, criaturas retorcidas y deformadas que atacan ferozmente tanto a los soldados como a los héroes.
En medio del caos y la confusión, uno de los soldados es arrastrado hacia un charco cercano por una fuerza invisible. Al inspeccionarlo de cerca, descubren con horror que el charco alberga a una astuta criatura, una bestia que se camufla como parte del pantano para atrapar a su presa y arrastrarla hacia una muerte segura en las profundidades del pantano.
Mientras luchan desesperadamente por mantenerse a flote y protegerse del ataque de las bestias ahogadas, los héroes escuchan un sonido ominoso acercándose desde la distancia. Pronto descubren la fuente: un Wendigo, una criatura de pesadilla de la mitología, emerge entre los árboles.
El Wendigo es una vista aterradora, con su cuerpo demacrado cubierto de piel pálida y andrajos. Sus ojos brillan con hambre insaciable, y su aliento helado congela el aire a su alrededor. Con garras afiladas y dientes grotescamente alargados, el Wendigo se lanza hacia ellos con ferocidad inhumana, desatando caos y destrucción a su paso.