Sin embargo, sus ataques parecían inútiles contra la criatura, que pronto los atrapó con sus tentáculos oscuros y los acercó a sus ojos, mostrándoles sus mayores temores.
Alex, atrapado por los tentáculos, se vio obligado a revivir la pérdida de su familia, sintiendo una abrumadora sensación de impotencia al no poder proteger a quienes más amaba.
Lyria, envuelta en la neblina oscura de la criatura, se enfrentó a sus miedos más profundos, recordando momentos de soledad y abandono que la atormentaban desde su infancia.
Elren, luchando contra los tentáculos con todas sus fuerzas, se vio consumido por la culpa y el remordimiento, reviviendo los errores del pasado y las decisiones que lo habían llevado al borde del abismo.
A pesar de su valentía y determinación, los tres héroes se encontraron paralizados por el terror, incapaces de liberarse del agarre de la criatura y enfrentar sus propios demonios internos. La batalla parecía perdida mientras la oscuridad los envolvía, amenazando con consumirlos por completo.
Entonces, como un rayo de esperanza en un parpadeo, cayó del cielo un resplandor de luz, perforando los tentáculos de la criatura donde los sostenían. Varios haces de luz aparecieron en diferentes direcciones, dirigidos hacia la bestia, que gemía de dolor mientras era cortada en pedazos, luego siendo polvorizada al instante que parecía una criatura débil ante esos destellos de luz
El destello de luz descendió hacia el suelo con un estruendo ensordecedor. Cuando la luz disminuyó, un ser extraordinario se materializó ante ellos. No parecía humano, ni enano, ni semibestia o elfo; era algo más. Con una cabellera blanca, ojos de color violeta que irradiaban poder y una vestimenta jamás vista, emanaba una presencia divina y majestuosa que dejaba a los tres héroes asombrados.
Ante la presencia de este ser desconocido, los héroes se prepararon para lo que vendría a continuación, con una mezcla de esperanza y temor en sus corazones.