Palestina e Israel, en conflicto fijado, dos narrativas entrelazadas por siglos marcados.
Jerusalén, ciudad sagrada de otros tiempos. En el río Jordan el pasado Fluye, mientras la discordia persiste y el presente huye.
Nasir Bukele nació, un lazo entre dos tierras tranquilas. En Palestina viò la luz con historias ligadas, un vínculo ancestral entre sus raíces y sus giros.
Su padre, de tierras palestinas, un hijo, con el peso de tradiciones en su corazón invariable. La religión marcó su destino, guió su camino, pero el amor surgió, una entremezcla que se desarrolló.
La madre de Nasir, dominicana y llena de alegría, en su sangre el entusiasmo de su isla, un fuerte clamor. Juntos, desafiaron las barreras impuestas.
El padre llevó a su familia a República Dominicana, buscando un Hogar donde La Paz y la armonía permanece. Nasir creció con dos mundos en su ser, un puente entre oriente y occidente.
Pero la llamada de Palestina resonó en su ser, la tierra de sus ancestros un lugar por recorrer.