La primera en llegar al lugar acordado fue Mia. No tuvo problemas en escaparse de casa, sin embargo, casi fue atrapada un par de veces en el camino al reloj. Los ciudadanos de Halle tenían prohibido salir de casa a partir de las 9pm, por lo que las calles eran vigiladas por varios guardias; aquella noche ella sintió que el número de guardias se había duplicado. Intrépida como era, cruzo con sigilo las calles iluminadas por incontables lámparas.
Ezilda y Mía solían jugar a las escondidas en aquella edificación y fue en uno de sus juegos que encontraron un pasadizo oculto en la parte posterior que conducía al depósito de limpieza del reloj. Este era un secreto que solo las dos conocían hasta que un día Sax las descubrió. Mia le convenció para que no revelara a nadie su secreto, por lo que únicamente los 3 en Halle conocían aquella entrada.
El gran reloj de Halle era una edificación ostentosa, se dividía en 3 niveles; el primero consistía en una enorme sala usada para reuniones. Escaleras arriba en el segundo nivel se encontraban 3 habitaciones que eran usadas por el personal a cargo del mantenimiento del reloj. En el último nivel se encontraba una gran campana. Mia conocía a los responsables del reloj y el vigía nocturno era un anciano no muy devoto a su trabajo. Al ser la primera en llegar, decidió tomarse un descanso en el pasadizo, se recostó y pensó en las habladurías del pueblo; sumida en sus pensamientos cayo dormida.
-Oye despierta, ¡dormilona! -la despertó una voz irritante, se trataba de Sax, quien la encontró recostada en el pasillo.
-Déjame dormir idiota. – le respondío somnolienta.
-Nada de eso, tu fuiste la de la idea de venir aquí – Le recriminó levantándola del brazo.
-Está bien tonto, yo puedo levantarme sola. ¿Aún no ha llegado Ezilda?
-No, pero tenemos otros problemas, hay muchos guardias en la calle. Le dijo un tanto inquieto.
- ¿Tienes miedo de que te atrapen gran cobarde?
-No es eso… Es sobre los rumores que mencionaste en la mañana… Antes de que el muchacho terminara de hablar, oyeron un ruido en la entrada del pasadizo; ambos se quedaron en silencio esperando que se tratase de Ezilda pero ella no apareció.
El sonido de las voces continuo por un minuto más, los chicos se quedaron inmóviles hasta que las voces se apagaron, se sintieron seguros cuando de pronto la entrada se abrió de golpe. Estuvieron a punto de soltar un grito, pero se calmaron al ver a Ezilda frente a ellos.
-Menos mal que eres tú – suspiro un aliviado Sax.
-La noche esta extraña, pareciera que hay más guardias custodiando el pueblo -señaló Mia.
-Eso era lo que te decía, pero no creo que se deba a espectros. Yo creo que debe de haber algún tipo de criminal suelto. - replico Sax.
-Chicos con tantos guardias no podremos indagar sobre espectros en la ciudad, que les parece si ….– antes de que Ezilda pudiera terminar de hablar, fue interrumpida por un desfile de pisadas en los alrededores del reloj. Oyeron como la puerta de la entrada principal se abrió y con mucha curiosidad ingresaron a la sala de limpieza para espiar a los visitantes.
Para sorpresa de los chicos, los visitantes consistían en una gran muchedumbre. Muchos adultos y ancianos se habían reunidos en el gran reloj. Una vez todos estuvieron acomodados en la sala principal, el alcalde del pueblo salió al frente y comenzó la reunión.
-Habitantes de Halle, se les ha convocado a esta reunión para tratar temas urgentes. Como primer punto trataremos las desapariciones de los niños. En segundo lugar, se anunciarán las restricciones en cuanto el acceso al bosque. Y como tema final se acordará los pormenores de la celebración del aniversario de la ciudad.
El alcalde Charles era un hombre alto y educado, el pueblo le apreciaba mucho por su dedicación, rara vez se le veía divagar o dudar. Sin embargo, aquella noche más de un asistente en el publico noto su nerviosismo, era la primera vez que se le notaba titubear en público.
-Se que muchos se preguntan sobre los rumores sobre espectros - continuo. Quiero aclarar que dichos rumores aún son investigados, pero hasta el momento creemos que se trata de algún tipo de malhechor que engatusa niños y los secuestra.
Los asistentes a la reunión estaban intranquilos, los susurros hacían eco y la desconfianza imperaba en el lugar. Algunas mujeres rompían en llanto y se les veía desconsoladas, y fue una de estas la que se puso de pie y replico al alcalde.
-Mis dos hijos han desaparecido, hace una semana que no he sabido de ellos. He escuchado que los secuestradores se los llevan al bosque. ¿Por qué no envía hombres a buscarlos?
-Como sabrá Madame Llaki el bosque es un lugar muy peligroso, hace cinco días enviamos un grupo de búsqueda, pero aún no han regresado; créame que hacemos todo lo posible para encontrar a sus hijos. -enfoco su mirada al público y con seguridad enfatizo- A todos los ciudadanos les aseguro que esta crisis pasará, he pedido ayuda a su majestad y me ha prometió enviar ayuda -Esto último fue lo que más le costó afirmar al alcalde, pues era una mentira; Sin embargo, los asistentes sintieron calma al escucharlo mencionar al rey.
-Con respecto al segundo punto, las incursiones al bosque para recolectar insumos de trabajo quedan restringidas a un grupo especial. Les prometo que esta medida es únicamente por el bienestar de todos nosotros. Una vez solucionemos el problema de las desapariciones, les garantizo que todo volverá a la normalidad – mintió nuevamente.
Hubo algunos malhumorados con las restricciones, pero las aceptaron a regañadientes. Lo relacionado al aniversario del pueblo fue asignado a un comité el cual en un par de horas organizó todo. Una vez culminada la reunión, el alcalde despidió a los asistentes, reviso que no hubiera nadie y se sentó en el espacio reservado al público.
Previamente había concertado un encuentro "secreto" con alguien, no tenía elección. El no solía esconderle cosas al pueblo que tanto amaba, pero todos los eventos actuales le resultaban insólitos y cualquier "ayuda" era bienvenida. Un hecho en concreto lo tenía intrigado, él no había contactado al rey.
En el reino la administración seguía una jerarquía, si un alcalde tenía dificultades que escaparan a sus capacidades, este solicitaba ayuda al gobernante regional y estos últimos respondían a un "Uma" quien se responsabiliza por un numero de regiones. Solo los Uma contactaban con el consejo real. Sin embargo, fue el mismísimo rey el que envío un mensajero a Halle.
"¿Como se enteró el rey de lo que ocurre? ¿Qué está ocurriendo en realidad?" ¿Por qué fue el mismo el que envió la carta? Mientras estaba absorto en sus ideas, una sombra con forma humana se acercó a él.
-Hola Charles, lamento la demora. Articuló la sombra sorprendiendo a un meditabundo alcalde.
-Descuida Shaya, espero no hayas tenido muchos problemas en llegar aquí. ¿Dime, tienes alguna idea de lo que ocurre?
-Hemos venido a investigar ¿ha ocurrido algo además de las desapariciones?
-Su majestad enviará 100 soldados como apoyo a Halle en una semana- suspiro.
-¿Que? ¿Por qué?
-No lo sé, no entiendo a su majestad, parece que tiene conocimiento acerca de la situación que vivimos. ¿Cuántos de ustedes llegaron?
-Solo somos tres. Por el momento no podemos brindar ayuda; investigaremos en el bosque, cuando tenga información te lo hare saber. La voz se silenció.
-Espero todo se solucione, musito en soledad.
Ezilda y compañía solo pudieron escuchar el discurso inicial del alcalde, una vez los asistentes se marcharon, el trio de amigos inspecciono el reloj; al no encontrar espectros ni nada fuera de lo normal, decidieron irse a casa.
El día que siguió a la reunión fue un sábado, si bien la actitud alegre del pueblo menguo un poco, la vida en Halle proseguía. La marcha del pueblo inició aquel sábado con el sonido del imponente reloj. Los ciudadanos ignoraban que esa sería la última vez que el reloj repicaría.