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Carol Ellis temblaba de miedo por todo su cuerpo, especialmente cuando notó la mirada fija de la otra parte en ella.
El tipo de oscuridad que emanaba de sus huesos involuntariamente causaba escalofríos a lo largo de su espina dorsal.
Las comisuras de la boca de Carol se torcieron ligeramente, pero no salió ningún sonido. Solo media hora después, cuando llegó la policía, le liberaron las esposas y le dijeron: "Carol Ellis, han pagado tu fianza. Puedes irte ahora".
Puedes irte ahora...
Al oír estas palabras, Carol se quedó paralizada en su lugar, incapaz de mover los pies durante mucho tiempo.
—Oficial, ¿puedo esperar a que llegue Monica Baldwin? —preguntó instintivamente Carol a la policía.
El joven oficial miró a Carol y luego bromeó: "Cuando estabas encerrada, querías salir. Ahora que vas a ser liberada, no quieres irte. ¿Qué te pasa?"
—No es...solo... —tartamudeó Carol.
—¿Te vas o no? —preguntó el oficial irritado.