Esta ha sido una de las muchas conferencias de prensa que Mónica Baldwin ha realizado a lo largo de los años. Como de costumbre, el lugar está lleno de los sonidos parpadeantes de los obturadores de las cámaras y numerosos lentes de cámaras oscuros.
Estas personas quieren noticias explosivas, incluso si no son verdaderas.
Además, siempre llegan con miradas inquisitivas, como máquinas duras preprogramadas.
Aunque Mónica no tenía mucha conexión con la muerte de Amelia Bailey, aún pagó respeto vistiéndose con una túnica de noche negra y sin aplicar maquillaje pesado.
Caminando con confianza en tacones altos negros, fue escoltada al podio bajo la protección de la seguridad. Esta vez, Víctor Chadwick se sentó entre la audiencia, un simple espectador.
Sin embargo, la vista de Víctor dio a los reporteros una sensación de inquietud.
Mónica se dio la vuelta, mirando a todos bajo el podio, a esos ojos ansiosos, y los saludó suavemente.
—Buenos días.