—Está bien —Brady asintió.
Obteniendo su respuesta, Avery Sheen regresó a su habitación, se duchó rápidamente y se metió en la cama. Sentía que mientras pudiera hacer lo que Brady decía, no sería abandonada.
No se dio cuenta de que eso era una manifestación de su inseguridad. Se sentía miserable por dentro, pero no podía ponerlo en palabras.
Brady sabía que había herido a Avery Sheen, así que dejó su trabajo, entró al dormitorio y tiernamente atrajo a Avery hacia sus brazos en la oscuridad. —Lo siento, no supe proteger tu corazón —dijo.
Avery no dijo nada, pero mordió fuertemente el brazo de Brady, dejándole profundas marcas de dientes.
—Pase lo que pase, no te abandonaré ni te dejaré. Pero tú, por favor, no seas la primera en rendirte ante mí.
Avery aún era joven, su personalidad no del todo estable y su madurez emocional aún sin formarse completamente. Brady no sabía hasta dónde podría llegar.