—Soy Harper Morgan, reunámonos ahora —dijo Harper Morgan.
Sarah se sobresaltó. Guardó el teléfono confundida y luego lo volvió a acercar a su oído:
—Si tienes algo que decir, dilo; no tengo muchas ganas de verte en persona.
—Vestíbulo del hotel Glory, tienes media hora. Es sobre Jasper, si no vienes te arrepentirás —Harper echó un vistazo a su reloj de pulsera y colgó tras terminar sus palabras.
Sarah suspiró. Esto era, sin duda, debido a la arrogancia y la rudeza de Harper. ¿Acaso ella era su recadera, esperada a estar a su entera disposición?
Sin embargo, aunque Sarah estaba incómoda, cuando escuchó que se trataba de Jasper, tuvo que dejar de lado su comida, arreglarse, cambiarse y salir de su apartamento.
En menos de veinte minutos, Sarah entró al hotel guiada por el asistente y vio a Harper sentada con elegancia junto a la ventana, tomando café. Aceleró el paso para acercarse y preguntó directamente:
—¿Qué pasa? Habla.
