El artista de maquillaje y el resto del personal elogiaban constantemente a Arianne Chadwick por su belleza. Su personalidad resaltaba vivamente, rezumando tanto encanto como vigor. Por otro lado, Monica Baldwin era tranquila y reservada cuando no estaba trabajando. Esta personalidad modesta, particularmente contrastada con el comportamiento de Arianne, hacía que la gente pasara por alto fácilmente su radiante belleza innata.
—Señorita Chadwick, ahora que su maquillaje está terminado, por favor, diríjase al estudio para su sesión de fotos en solitario —solicitó uno de los miembros del personal.
Como la revista también requería fotos en solitario, Arianne entró en el estudio antes que Mónica. Al levantarse de la silla de maquillaje, sus ojos estaban llenos de desafío y exudaba un aire de inevitable autoconfianza. Esta era una cualidad que Mónica carecía, por lo que el personal presente sintió un mayor nivel de comodidad profesional con Arianne.
