—¿Cómo pasó esto? —No podía creer que mi hermano hubiera muerto. De hecho, entre los dos, quien tenía mayor posibilidad de morir era yo.
—¡¿Por qué?! ¡¿Por qué tenía que ser mi hijo?!
Ver a mi mamá llorar y gritar rompía mi corazón. Lentamente, las lágrimas comenzaron a caer de mis ojos. No lloraba por mi hermano, lloraba al ver a mi madre en ese estado.
—Lo siento mucho, señora.
—Mi sentido pésame.
Alrededor de mi madre, las personas se acercaban para consolarla. Al pasar junto al ataúd de mi hermano, mostraban sus respetos.
Después de un buen rato, el entierro terminó y las personas que asistieron empezaron a irse. No era de extrañar, pues al observar el cielo oscureciendo, se veía venir que iba a llover.
—Mamá, tenemos que irnos —dije suavemente.
Ella levantó la vista hacia el cielo y, al notar las nubes oscuras que se acumulaban, comenzó a caminar sin decir una palabra.
Al llegar a casa, la llevé a la sala y la dejé sentada mientras iba a la cocina a prepararle un té.
—Mamá, toma un poco de esto, te ayudará a relajarte.
Ella tomó la taza y me dijo algo que siempre nos decía de niños a mi hermano y a mí.
—Mis héroes.
Al verla tomando el té, me senté y tomé su mano. Pasaron unos minutos y noté que había caído dormida, así que la solté, fui a su habitación, pasando al lado de la de mi hermano, y cogí una sábana para cubrirla.
Al terminar de cubrirla, caminé hacia el cuarto de mi hermano. Al abrir la puerta, noté que era casi un basurero. Mi mamá me había comentado que él no salía mucho.
Rondando por la habitación, vi que su computadora estaba encendida. Ahora recuerdo que quien lo encontró fue mi mamá. Según dijo, él estaba con la cabeza en su escritorio y se había suicidado.
Al ver la computadora encendida, noté que había un correo. La curiosidad me mató y lo abrí.
De: Desconocido
Asunto: Tu novela
Me gusta tu novela, pero ¿no te gustaría vivirla? Además, me estarías ayudando igual. Si decides aceptar, solo responde "sí".
P.S.: Solo debes terminarla.
"Tu novela". Esas palabras resonaron en mi mente. Es cierto que mi hermano estaba escribiendo una novela. De hecho, dejó sus estudios para dedicarle todo su tiempo.
—¡Ese bastardo!
Al recordar un poco del pasado, no pude evitar enojarme. El maldito dejó sus estudios y mi mamá tuvo que trabajar más. De hecho, yo también tuve que irme de casa y conseguir trabajo siendo el menor.
El mensaje tenía un texto de respuesta, listo para enviar. Me enojé más.
—Ese bastardo pensaba irse y dejar sola a mi mamá.
Si él se iba, ella quedaría sola. Si no le había dicho nada por encerrarse y quedarse en casa, era porque no quería que ella estuviera sola.
El texto de respuesta decía "sí" y solo quedaba enviarlo.
—Bueno, pues ya que ibas a aceptar, lo enviaré yo. A ver cómo reacciona el sujeto que envió esto cuando él no vaya.
Moví el cursor y le di a enviar.
—Bien.
Al terminar, apagué su computadora y me dispuse a salir, pero...
—Agh, ¿qué me pasa?
Mierda. Solo había dado unos pasos y de repente mi corazón empezó a doler. ¿Será un ataque cardíaco? pero soy muy joven para eso.
—Aaaagh.
Agarré mi pecho. Mientras más tiempo pasaba, más dolor sentía, y sentía que perdía el conocimiento.
—N-no puedo m-morir a-aquí...
Solo había pronunciado esas palabras y luego solo vi oscuridad.
... ..... .....
Al pasar... No sé, tal vez unos minutos o horas, sentí que me dolía la cara y que estaba en el suelo. Al abrir mis ojos, lo primero que vi fue a un chico rubio parado frente a mí. ¿yo estoy en el suelo?
—Vamos, levántate. No te golpeé tan fuerte.
—¡Qué asqueroso!
—Maldito pervertido.
El mismo chico rubio me estaba hablando y escuchaba que algunas personas decían algo, pero... ¿se lo decían a él o a mí?
Al ver que no me movía, el rubio me agarró del cuello de mi camisa. ¿Por qué me siento más bajo? ¿acaso me está levantando?
—Solo dame la foto que tomaste.
—¿?
No puedo hablar. Mierda, ¿por qué no salen palabras de mi boca? ¿Y de qué foto me habla este chico? ¡¿Qué carajos está pasando?!
—¿Qué crees que estás haciendo, Drey?
Una chica había salido de la multitud. Su cabello era negro y sus ojos rojos como rubíes. Además, llevaba una túnica negra. Era muy linda.
—Emili, sé que este bastardo es uno de tus subordinados. O haces que me dé la foto o...
—¿O qué?
La chica, Emili, lo interrumpió. En ese momento, el aire se sintió más pesado, incluso me sentía presionado. Parece que el chico no era la excepción, ya que me soltó.
Emili se relajó y miró hacia una dirección antes de volver a mirar a Drey.
—Escucha, Drey, no quiero problemas, así que arreglemos esto rápido.
"¿Qué hago? Esta chica está caminando hacia mí en este momento y yo ni siquiera puedo hablar", pensé. Al terminar mi pensamiento, noté que ella ya estaba frente a mí. Sin mirarme, estiró su mano haciendo que de mi bolsillo saliera una... ¿foto?
—Ahí tienes.
El chico rubio recibió la foto y apenas la tuvo en sus manos, esta se quemó. Se dio la vuelta para marcharse, no sin antes mirarme con desagrado.
—Ahora vámonos.
Me levanto con el mismo truco que usó para sacar la foto y así me llevó flotando.
Salimos por una puerta gigante que parecía ser de madera roja con algunos detalles plateados. Seguimos pasando por diferentes pasillos durante cinco minutos y me pregunté, ¿dónde rayos estoy? No parece ser un hospital, después de todo, estaba lleno de jóvenes. Tenía más apariencia de una escuela, pero una muy lujosa.
Ella no dijo ninguna palabra mientras seguía llevándome.
Así me llevó hasta una habitación que parecía una sala de reuniones. Adentro había varias chicas y chicos, todos increíblemente atractivos.
Emili me dejó caer y se subió a un escenario.
—Bueno, primero se deben estar preguntando por qué los he llamado aquí. La razón es que de ahora en adelante ya no les diré qué hacer. De hecho, cada uno estará por su cuenta.
—¡¿Qué?!
—¡No puedes hacer eso!
Varias voces se escucharon. Algunos parecían sorprendidos, otros furiosos. Y yo, pues seguía sentado en el suelo.
—¡Cállense!
Solo con uno de sus gritos hizo callar a todos.
—" Guau, cuánta autoridad."
—Ninguno está en situación de cuestionarme, pero tranquilos, no me meteré con ninguno de ustedes, a menos que me provoquen. Con esto concluye la última reunión.
Emili caminó lentamente, bajó del escenario y salió de la habitación. Nadie dijo ni una palabra hasta que se fue.
—¡Mierda, tengo que llamar a mis padres!
—¡Necesitaré más dinero!
—¡Tengo que conseguir artefactos de protección!
Cada uno parecía tener preocupación por la renuncia de Emili. Parece que esa chica era como su jefa y guardiana.
—¡Yosh! ¡Yosh!
Uno de ellos me miró mientras gritaba un nombre.
—¡Ve a tu cuarto y llama a tus padres! ¡Diles que necesitas artefactos grado D o E, yo haré lo mismo, así que vamos!
Me agarró de la camisa y me llevó hasta afuera del edificio. Desde afuera parecía una catedral, incluso tenía un gran jardín. El chico que me llevaba casi arrastrado se metió a otro edificio con un logo del número uno en color dorado. Me siguió arrastrando, incluso subiendo las escaleras, hasta que se detuvo a mitad de un pasillo.
—¡Apresúrate a llamar! Nuestros dispositivos deben estar en una caja encima del escritorio.
Sacó una tarjeta de su bolsillo, la puso frente a la puerta, y esta se abrió. El entró.
—...
Y ahora, ¿qué hago? Esta situación fue demasiado apresurada. ¿Debería buscar que alguien me explique qué pasa? Intentemos hablar primero.
—...
Por alguna razón ni siquiera puedo hablar. ¿Acaso esto es una alucinación por el infarto que tuve?
Primero entremos a este cuarto. Si recuerdo bien, el chico de al lado la abrió con una tarjeta y la puso enfrente.
Buscando en mi bolsillo, convenientemente encuentro una tarjeta plateada con un broche dorado. La pongo frente a la puerta y se abre.
—"Vaya, eso es muy interesante. Las alucinaciones sacan el lado más creativo del cerebro."
Entré al cuarto y la puerta se cerró detrás de mí. Tras caminar unos pasos, frente a mí apareció una especie de fantasma sin rostro.
—(¿Por qué eres tan estúpido? Esto no es una alucinación, es el mundo que escribiste.)