Esa tarde estaba frustrado, pude haber peleado sin perder el control y sin poner a todos en tanto peligro. Pero solo con escuchar su voz fue suficiente para casi perder el control, incluso por eso llegue a golpear a Alexa.
-Esto es lo mejor. Ellos estarán más seguros lejos de mí. Apollyon aún está vivo y seguirá detrás de mí y ellos no serán capaces de luchar contra él igual como paso con Euronymous. Pero… pero… – pensaba cada vez más enojado por lo que había pasado.
-¡¡Maldición!! – grite con todas mis fuerzas en aquel acantilado. Mi voz salió más gruesa y áspera de lo normal, casi como un rugido, sentía ese odio de nuevo pero logre calmarme.
-Como lo imaginaba… estoy perdiendo el control más fácil. Si eso pasa cuando solo estén ellos… seguro que llegaría a… Tengo que irme ahora, mientras aun puedo irme sin arrepentirme de algo – pensé al darme cuenta de la situación en la que estaba.
Empecé a caminar en dirección al campamento, pero tenía que hablar con alguien antes de irme.
Llegue hasta un gran árbol donde vivía aquel espíritu. Lo golpee varias veces como si fuera una puerta, unos segundos después apareció una chica de piel verdosa.
-¿Qué sucede? ¿Por qué estás aquí otra vez? – dijo la dríada al verme.
-Escucha, me iré de aquí… Solo – le dije de inmediato.
-¡¿Qué?! ¡¿Cómo que te iras?! ¡¿Qué fue lo que paso?! – preguntó ella sorprendida.
-¿Recuerdas lo que te conté? ¿Qué algunas veces pierdo el control? – le respondí tratando de que entienda mejor.
-Sí, claro que lo recuerdo – me respondió ella.
-Pues eso paso, perdí el control cuando estábamos luchando contra unos monstruos, entonces él apareció, Apollyon, y yo no pude… – dije tratando de contarle todo, pero fui interrumpido.
-¡Espera ¿Dijiste Apollyon?! ¡¿El mismo Apollyon que servía a Caos y que acabó con tantos dioses?! – pregunto ella asustada.
-Creo que sí, recuerdo que él dijo algo sobre eso. También dijo que el poder que tenía ahora era nada comparado a su poder real – le respondí un poco confundido por su reacción.
-¡Eso es más que obvio! ¡Él era mucho más poderoso que Zeus! – dijo ella mientras me tomaba de la camisa.
-¿Enserio? Yo le di una paliza, eso sin usar nada de mi poder – dije tratando de hacer que me soltara.
-Eso es porque estuvo atrapado en lo más profundo del tártaro, muy cerca del lugar donde Caos está dormido – dijo ella pero no sabía muy bien lo que quería decir.
-Entonces… si era tan poderoso ¿Quién lo encerró ahí? – pregunté confundido.
-No lo sé, es una antigua leyenda. Solo recuerdo que decían que era un dios que resplandecía en luz dorada – dijo ella, al parecer estaba tratando de recordar más cosas sobre eso.
-Un dios dorado ¿he? – dije casi en voz baja, ahora eso había despertado mi curiosidad.
-Bueno… ¿Entonces qué fue lo que paso? – preguntó ella, tal vez para cambiar de tema.
-Perdí el control, use un poder muy peligroso. Atacaba a todo lo que tenía enfrente, incluso una hidra no fue nada, la despedace con mis propias manos, parecía un animal salvaje acabando con su presa – dije tratando de recordar algo.
-Bueno… lo usaste para defenderte, no creo que sea para tanto – dijo ella un poco nerviosa.
-Los demás estaban aterrados, incluso Alexa trato de detenerme, pero yo los ataque. Pude haberlos matado de un golpe, hacerlos trizas con mis manos… – dije recordando lo que sentí en ese momento.
-¡Oye cálmate, tu manos se están volviendo garras! – grito ella casi entrando de nuevo a su árbol.
Vi mis manos y tenía razón, de nuevo estaba perdiendo el control. Logre controlarme, pero mi cuerpo se sentía cansado.
-Lo siento. Por esto es que tengo que irme, podría matar a alguien si sigo así – dije dando mis razones, pero ella al ver cómo me había puesto tal vez ya lo sabía.
-Está bien, pero… ¿Por qué viniste a contarme eso? – preguntó ella, parecía estar todavía un poco asustada.
-Necesito pedirte un favor. Quiero que cuides de los demás por un tiempo, hasta que se sientan listos para estar solos – dije tratando de ser lo más amable posible.
-¡Pero no puedo ir hasta donde están ellos! – respondió ella de inmediato.
-Lo sé, por eso los traeré hasta acá. Podrán acampar cerca de tu árbol para que puedas protegerlos cuando ellos no puedan. Además les daré instrucciones para que te ayuden en lo que quieras. Así podrán ayudarse mutuamente – dije tratando de convencerla.
-Está bien, entonces los protegeré – dijo ella después de pensarlo unos segundos.
-Iré por ellos enseguida – dije de inmediato después de escucharla.
Después de hablar con ella me dirigí hacia el campamento, aun deprimido. Sentí el agua en mis pies y supe que ese molesto espíritu del agua saldría.
-¿Por qué estás aquí? Tiene mucho tiempo que no te veía – dijo ella.
-Solo me equivoque de camino al regresar al campamento – respondí sin detenerme, quería alejarme lo más rápido posible de ahí.
-ok…Entonces tengo que hacerte muchas pregun… – dijo ella tratando de hablar.
-Ahora no estoy de humor para tus preguntas – le respondí deteniéndome y volteando a verla.
-Pero de verdad tengo muchas preguntas ¿Qué fue lo que pas…? – trato de preguntar ella.
-¡Te dije que no estoy de humor! – grité furioso
Alcé mi mano en su dirección y una ráfaga de aire fue a dar contra ella. No me preocupe, sabía que no era suficiente para matarla, pero tenía que hacerlo para que no perdiera el control otra vez.
Seguí caminando hasta llegar al campamento, todos se alejaron un poco de mí, excepto Alexa, que parecía preocupada. Seguí caminando hasta llegar al lugar donde dormía, me quede viendo ese lugar por un tiempo hasta que comencé a empacar todas las cosas que tenía.
Escuche el sonido de pasos detrás de mí, pero se detuvieron de repente.
-¿Qué…que estás haciendo? – pregunto Alexa, se escuchaba sorprendida y preocupada.
-Tengo que irme – dije sin parar de empacar mis cosas.
-¡¿Qué?! ¡¿Por qué?! – pregunto ella.
-Tu sabes porque. Viste lo que paso en la pelea contra Apollyon, lo que pasa cuando pierdo el control – respondí sin voltear a verla.
-Espera ¿Apollyon? ¿El mismo que mató a…? – preguntó ella, esta vez un poco asustada.
-Sí, es él. Lo peor de todo es que, a pesar de que sé que no serviría de nada matarlo, que no cambiare nada con eso… aun así… quiero hacerlo pedazos con mis propias manos, hacer que sufra igual que yo – dije eso cerrando los puños con fuerza, tratando de controlar la ira que sentía.
-Entonces… entonces… ¡Deberías dejar esa estupidez de una vez! ¡Deja esa locura, esa estúpida venganza sin sentido! ¡No solo yo estoy preocupada, todos lo están! ¡Tú eres más que solo alguien que los protege, les enseñas, los cuidas, eres más que un simple amigo para ellos! – grito ella mientras trataba de convencerme.
-¡Cállate! ¡Ustedes que van a saber de esto! ¡Ustedes no vieron a sus seres queridos muertos frente a sus ojos! ¡No sintieron la desesperación y la impotencia de no poder hacer nada por ellos! ¡No conocen lo que es de verdad el odio y el dolor! – dije mientras tiraba mis cosas a un lado y me dirigía hacia ella.
Estaba tan enojado que la acorrale contra un árbol, de no ser por el poco control que tenia de seguro hubiera hecho otra cosa, de solo ver la rama que sujetaba en mi mano lo sabía, mis dedos estaban hundidos en ella.
Alexa estaba igual de aterrada que cuando vio que había perdido el control contra Apollyon.
-Este es el motivo por el cual tengo que irme, siento que puedo perder el control en cualquier momento y lastimarlos a todos – dije alejándome de ella.
-Sé que no harías eso, tu… – dije ella con voz entrecortada, al parecer estaba tan asustad que apenas si podía hablar.
-No soy yo cuando pierdo el control, es a lo que se refería Euronymous, hay algo dentro de mí que toma el control justo cuando empiezo a sentir ira y odio por lo que pasó, pero eso es algo que ustedes no pueden entender – dije levantando de nuevo mis cosas.
Ella solo agacho la cabeza, al parecer no quería que la viera.
-Claro que no entendemos, lo haríamos si confiaras más en nosotros… si nos contaras lo que en verdad sientes. Sé que ninguno de nosotros podría darte una forma de resolver esto, pero por lo menos podríamos compartir esos sentimientos contigo y hacer que ese peso sea más ligero. Igual que lo hicieron conmigo hace años, por eso sé que podemos ayudarte con eso – dijo ella tratando de no gritar.
-No… yo pude detener a Apollyon antes de que se acercara a ellos, pude acabar con esto antes de que los matara, por eso tengo que llevar esto solo... para poder pagar con ese gran error. No es algo en lo que se tienen que meter – dije eso mientras tomaba mi mochila con todas las cosas que podía llevar.
En ese momento ella levanto su mano y me abofeteó, no fue tan fuerte pero me dejo sorprendido.
-Dices eso como si no debería de importarnos, pero… ¡Lo hubieras pensado mejor cuando nos salvaste aquel día! ¡Ahora estamos juntos en esto, lo quieras o no! ¡¿Acaso eso que dijiste de protegerme era una mentira?! – dijo ella, estaba realmente enojada pero las lágrimas salían de sus ojos azules.
-También recuerdo que dije que no podría hacerlo todo el tiempo. Cuando dije eso me refería a que esto pasaría, que perdería el control frente a ustedes y me tendría que ir – respondí para recordarle las palabras que había dicho.
-Pero… – dijo ella sorprendida, tal vez lo había recordado.
Colgué la mochila en mi espalda, era tiempo de irme antes de que Alexa me hiciera cambiar de opinión.
-Dile a los demás que vengan, les mostrare un lugar donde estarán más seguros – dije mientras empezaba a caminar.
No dijo nada y caminó detrás de mí. Después habló con los demás y me siguieron hasta llegar al lugar donde estaba la dríada. Al verla todos se asustaron un poco.
-No se preocupen, hice un trato con ella. Se quedaran aquí, cerca de este árbol para que ella pueda protegerlos, a cambio deben de ayudarla en lo que necesite. Solo recuerden de no dañar su árbol a menos que quieran morir – les dije para tratar de calmarlos.
-¡Oye, yo no los mataría! Tal vez si les causaría algunas heridas graves como huesos rotos, pero no los mataría – respondió ella enojada.
Después de que todos se presentaran, me dirigí hasta donde estaba ella.
-Distráelos un tiempo para que me vaya sin que se den cuenta – le dije en voz baja.
-¿Estás seguro que no quieres despedirte de ellos? – me preguntó ella.
-Sí, solo haría las cosas más difíciles – le dije tratando de sonar convencido.
-De acuerdo – respondió ella.
Ella les mostro como podía controlar es árbol, como podía mover las ramas como si nada. En ese momento me escabullí hasta llegar al acantilado. El sol ya se estaba poniendo, estaba a punto de desaparecer detrás de las montañas y casi estaba obscuro por completo, solo unos cuantos rayos de luz asomaban.
-Si me voy por aquí los demás no podrán seguirme aunque lo intenten. Aunque no estoy seguro de llegar hasta abajo ileso – pensé viendo el acantilado desde el borde.
Estaba buscando la forma de bajar sin romperme todos los huesos cuando escuche los pasos de alguien, venia corriendo a toda velocidad. Cuando finalmente llegó se trataba de Alexa.
-¡¿A dónde crees que vas?! – dijo ella cuando me vio.
-Te lo dije, me iré de aquí – respondí de inmediato.
-¿Y te ibas ir sin siquiera despedirte? – pregunto ella, al parecer estaba triste por mi decisión.
-Eso solo lo haría más difícil… más difícil para ellos – dije tratando de parecer seguro pero hablar con ella me hacía querer cambiar de opinión.
Hubo un momento de silencio, solo se podía escuchar el viento chocando con el acantilado.
-Sé que te quieres ir porque sientes que puedes lastimarnos, pero ¿No crees que dejaras a los demás desprotegidos si no estás? No creo ser capaz de protegerlos a todos – dijo ella tratando de convencerme, de nuevo.
-Es por eso que hice ese trato con la dríada, solo estarán ahí hasta que puedan sobrevivir solos – respondí sin pensarlo.
Otra vez el silencio.
-Pero… ¿Qué hay de mi entrenamiento? Dijiste que harías que fuera tan fuerte como tú – dijo ella de nuevo.
-Ya te enseñe todo lo que hice, solo tienes que hacer lo mismo de ahora en adelante y entrenar por tu cuenta – respondí, al parecer ella se había dado cuenta que había pensado en todo eso.
-¿Qué hay de ti? Dijiste que si no entrenabas de otra forma no podrías controlar tu poder – dijo ella.
-Antes de controlar eso tengo que controlarme a mí mismo o solo seré una amenaza para los demás – respondí de nuevo.
Se quedó callada una vez más, tal vez se dio cuenta de que no lograría hacerme cambiar de opinión con nada de lo que dijera.
-Entonces… ¿Qué te quedarías si te digo que… me… gustas? – dijo ella mientras apretaba los puños un poco y su rostro empezaba a ruborizarse.
-¿Qué? ¡Mierda, esa no lo veía venir! – pensé de inmediato al escucharla.
Me quede paralizado por unos momentos, pero recordé cual era el motivo principal para irme.
-Escucha… tú también me gustas, pero mientras yo no sea capaz de controlar ese poder solo seré un peligro para todos, en especial para ti. No te preocupes, te prometo que regresare y habré controlado todo mi poder a la perfección, así podre proteger a todos sin dudarlo - dije eso con una sonrisa confiada en mi rostro.
Ella se quedó paraliza y sorprendida, aunque no sabía por cuál de todas las cosas que dije se quedó así.
-Nos veremos pronto… protege a los demás mientras no estoy – dije dándole la espalda.
Salte del acantilado hasta una saliente que estaba unos cuantos metros por debajo de la orilla, después salte a otra y después a otra, seguí así hasta llegar a la mitad hasta que unas voces me desconcentraron.
-¡Espera, no te vayas! – dijo Alfred desde la cima.
-¡Quédate un poco más! – dijo Carl.
-¡Te ayudaremos en todo pero quédate! – gritó Robert.
Los chicos estaban tratando de convencerme, pero solo escuchaba la voz de ellos.
-No los escuches, solo sigue bajando – pensé, tratando de convencerme a seguir.
Ignore sus voces y llegue hasta el fondo del acantilado, estaba cansado, me dolían los pies por tantos saltos, pero debía de seguir y alejarme lo más posible para que no me siguieran. Debajo del acantilado había un área abierta sin árboles, por lo que la poca luz del atardecer alumbraba muy bien el camino y estaba seguro que me podían ver bien desde arriba, seguí caminando ahora más lento por el dolor, pero sin detenerme.
-¡No mires atrás, no mires atrás! ¡Esto es lo mejor para ellos! ¡Mejor concéntrate en entrenar para que vuelvas rápido! ¡No pensé que me encariñaría tanto con ellos! ¡Pero esto es lo mejor! – pensé mientras seguía caminando.
Alejarme de ellos fue muy difícil, pero seguí caminando hasta desaparecer en el bosque, con una sola cosa en la mente, lo que le había dicho a ella.
-Te prometo que regresare pronto – pensé mientras desaparecía entre la arboleda.