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Chapter 3 - III: Debilidad

Hace 17 años

 

El ajedrez "Un juego de reyes", un juego que Blair no llegaba a disfrutar del todo, ya que solía irse poniendo cada vez más y más nerviosa, mientras se iban moviendo las distintas piezas del tablero, tanto del rival, cómo de ella misma. Sumemos a esto, que cuando se pone nerviosa suele tirarse el pelo, y no quería quedarse pelada. Daba como resultado, una situación incómoda. Si bien, llegó a jugar bastante durante su adolescencia, no terminaba de entender del todo cómo se movían esos pedazos de plástico o madera, en parte probablemente porque jugaba obligada. Tampoco entendía del todo las jugadas que podía a llegar a hacer, fuera de actuar sin pensar de más, o al revés, sobre pensar las cosas llegando a la nada. Igual, cómo se acaba de decir, solía jugar con su padre, después de que se había divorciado de su madre, siendo así hasta sus 18 años, que fue el momento que independizó.

 

 El ya mencionado padre de Blair, se llamaba Wilson River; Un hombre serio, alto de 1,78, pelo café, con un ojo celeste. Un sujeto balanceado entre ser estricto, y despreocupado: De los que quieren excelencia académica, pero si todo está en orden la dejaba salir para hacer lo que quisiese, (Sea legal, o no). Es por eso es que la terminó volviendo una "Rata de biblioteca" desde temprana edad, ya que, para este, sacar menos de 8 era una vergüenza; tener 10 o 9, era lo correcto, y no te iban a felicitar por eso: Ni hablemos de sacar menos de 7. Tampoco era de las que no salían ni en un incendio, de vez en cuando se juntaba con sus "Amigas" para salir a una juntada, o discoteca. Poco, pero lo hacía cuando podía y o quería, para no estar encerrada tanto tiempo. A su manera, encontró paz en el estudio constante.

 

 La separación, les pegó muy duro. Para Wilson, el perder a su mujer le hirió de gran manera. Estuvieron casados casi 13 años. Pero las constantes peleas mataron, el mínimo cariño que alguna vez existió entre ellos y ahora, pasaba horas en su oficina, solo, sin casi ningún contacto con el exterior. Decía que estaba trabajando, cosa que, aunque en parte era verdad, se escuchaban sus sollozos de tristeza desde el otro lado de la puerta. Aunque se casaron por obligación mayor, por alguna razón, le tenía cierto aprecio a su "Pareja", a pesar de no soportar su estilo de vida, tan distinto al de él.

 

 Por su lado, la pelirroja estaba igual de triste, obvio, pero también la llena de una confusión, e incertidumbre que no la dejaban en paz, ya que todo fue muy rápido: Un día estas con tus padres almorzando, y al otro, la vez mudándose a un departamento, o pasaba de verla cada mañana, a verla solo los fines de semana. Incluso, de pasar las noches leyendo junto a ella en la cama, a tener que hablar por teléfono, nada más un rato. "¿Por qué ocurrió esto?" Se preguntaba la preadolescente. Encima, el hecho de que sus otros compañeros, con padres separados, veían a ambos de sus padres con más normalidad, el hecho de que no fuera su caso, la tenía más pérdida aún. "¿Qué pasa?" Para colmo, ellos 2, ósea, padre e hija, no eran muy cercanos, al contrario, era de personalidades muy distintas entre sí, por lo que se peleaban bastante seguido. Casi todos los días, pasaban encerrados en sus cuartos, o zonas tranquilas, cómo la oficina, o el patio trasero. No se molestaban, en medida de lo posible. Quizá no era lo mejor. Fue básicamente, por eso, un día, con el fin de pasar tiempo junto a ella, quiera o no, la trajo a jugar al dichoso juego de mesa, por lo que empezaron así a hacerlo todos los días. Blair siempre perdía, cabe aclarar. Pero no le ponía empeñó a mejorar, además, tampoco le parecía divertido. Igual, todos los días, cuando terminaba la tarea del colegio, a eso de las 5 de la tarde, se sentaban en la oficina y jugaban una o 2 partidas.

 

 Cuando ya habían transcurrido un año del divorcio, y 2 meses de que su madre se borrara de la vida de los 2, ósea cuando Blair estaba cerca de empezar la adolescencia. Para aquel entonces, le gustaba leer, y jugar pokemon cristal en su gameboy clor, (Uno de los pocos regalos por sacar una buena nota) la chica callada de lentes, que amaba a la profesora de literatura Claire, y odiaba a su profesor de historia Wilbour, materia que le parecía un bodrio, porque le parecía inútil. Hablando terminado todas sus tareas, se pusieron a jugar como de costumbre. Perdió, también como de costumbre.

 

- La verdad... - Dijo Wilson una vez había dicho "Jaque-mate", suspirado, quitándose los lentes, para limpiarlos, ayudado con su pulgares y aliento - …Si sigues jugando así de mal, no vamos a jugar más. No hay chiste, o entretenimiento en ganar tan fácil. - Dijo con un tono de decepción.

- Huy, que mal. - Respondió levantando las cejas, en tono sacarifico.

- No me gusta esa actitud. - Gruñó un poco ofendido.

- Perdón. - Bajó la cabeza.

- No te disculpes, no vale la pena. - Levantó la mano. Empezó a guardar las cosas, y ella se estaba levantando, pero entonces dijo: - Pero ten en cuenta que el ajedrez sirve para muchas cosas.

- ¿Cómo para qué? Dame un ejemplo. - Curioseo.

- Para plantear estrategias, sobre todo. Y eso incluye, trabajo, organización, relaciones humanas...

- ¿Para tanto? - Preguntó levantando la ceja, volviendo a sentarse.

- Obvio. Las relaciones funcionan así: Ninguna es sin un objetivo individual. Para conseguirlo, usaran varias estrategias, que se pueden comparar a las del juego.

- No entiendo. - En ese momento ubicó cada cosa en su respectivo lugar. 

- Tu rey es su objetivo.

- Bien. - Aclaró corriéndose el pelo detrás de la oreja, para tener una mejor vista del panorama.

- Una vez formulen sus estrategias, moverán las piezas, trataran de llegar al final. - Comenzó a mover los peones. Blair en respuesta, movió los suyos para frenar su acciona, logrando capturar unos cuantos de los suyos, sonriendo al sentir un verdadero avance, pero Wilson rio. - No te confíes, por más que creas haber desbaratado su plan, aún no han perdido, siguen teniendo oportunidades, con tal tengan piezas, o ganas. Especialmente a este. - Dijo señalando al rey. Entonces la sorprendió capturando varias de sus herramientas, con la ayuda de un alfil. Intentó contraatacar con las torres, y caballos, pero que la tomaran por sorpresa, y ya no podía reincorporarse. - Debes impedir que ganen los demás...- Le había hecho jaque mate. Antes de que se diera cuenta, había pasado como una hora. - Porque sus objetivos, si o si... incluyen pasar por encima tuyo, y no les importa que te ocurra.

- Eso es muy cruel. - Dijo un poco dolida la joven. Quería negar lo que decía su padre, pero dentro de ella cayó una pequeña semilla que empezaría a germinar con el tiempo. Una semilla de desconfianza, que no moriría en mucho tiempo, o no del todo por lo menos.

- Es cruel, pero cierto. Si no quieres que te pasen por encima, debes dejarlo, a falta de un término mejor: "En calzones". - Dijo, mientras se tronaba los dedos. Blair sacudía la cabeza. "¿Papá piensa así de todos? ¿También de mamá?" se preguntó, mientras se empezaba a sentir triste. Eso le recordó que estaba desaparecida, lo que la hizo doler. - Pero, jugaste mucho mejor ahora.

- Gracias...

- ¿Pasa algo?

- Crees que mamá es así, ¿Verdad?

- Si. - Empezó a lagrimear. - Es una "Redpill". Es la realidad niña. - Comentó, alzando la voz en la última parte. La adolescente se enojó, y se levantó yendo a su habitación.

Actualidad

 

 Blair estaba con bebiendo de un café, mirando el celular, mientras contaba un poco el dinero que tenía en su cartera. "80 dólares, menos los 4.25 del café: Es igual a 75.75." Calculando cuanto costaba una peluca y una gorra con visera. La cafetería se encontraba al lado de una tienda de ropa, y esta, estaba detrás de la comisaría. "Es bastante conveniente" ¿Por qué estaba allí? Necesitaba los archivos del caso que estaba investigando Adam antes de morir. Allí se encontraban los datos completos, ya que, probablemente por el estrés, los que tenía en el pendrive, las últimas semanas estaban incompletas. Necesitaba el resto, junto a un par de cosa más, que tendían su respectiva utilidad. Por eso, salió tras pagar el café, fue al local del costado, se compró una peluca, que combinada con una campera de cuero negra, y una gorra con visera. Se puso su disfraz en el probador, tomó aire, antes de entrar por la puerta trasera de la lavandería, que, según supo por alguien, jamás estaba cerrada, porqué estaba rota.

 

 Se infiltró con la idea que su padre le plantó y germinó dentro de ella por 17 años, que era "La vida es como el ajedrez": Ella era la única pieza que tenía en su poder, por otro lado, su objetivo estaba protegido por varios policías, y detectives, que no eran más que simples peones; Las cámaras de seguridad, harían de alfiles o caballos, y la reina, la más dura de pasar, era la propia Zoe, (Detestaba decirle así, como si tuviese algo de realeza aquella zorra) que entraba y salía del lugar donde se almacenaban los archivos, para asesorarse de la información. Difícil, pero tenía a su favor, que sabía sus movimientos, cuando debía pasar, etc. Cualquier cosa tenía su disfraz para que sea más difícil reconocerla si la llegaban a grabar o ver. Además de que el sujeto que revisaba las cámaras tomaba demasiado café. Ya sabía como moverse, de quien deshacerse primero, etc. Inspiró y exhaló, "Vamos Blair."

 

Muy despacio, casi en puntas de pie, con el único ruido de su corazón que se movía más rápido que un ritmo de música metal. Trataba de mantener hasta su respiración controlada para asegurarse de no generar demasiado ruido. Lo primero que debía hacer, era acercarse, a la sala donde estaban las cámaras de seguridad. Un conocimiento con el que contaba, era que habían tenido una plaga de ratas. Dato curioso, padecía de musofobia, así que siempre que aparece un roedor, sea ratón, rata, hasta un hámster, ella gritaba muy fuerte, se hiperventilaba, y podía legar a desmayarse. En fin, teniendo en cuenta de que acababa de tomar su ultimo vaso, comenzó a contar el tiempo, y en cuestión de 5 a 10 minutos se fue al baño. Casi más rápido que flash, se metió a la zona llena de pantallas, se agachó bajo la mesa, para con una lima de uñas, limar uno de los cables, para ver si así se costaba la conexión. En vez de usar, yo que sé, un cuchillo, una lima sería más creíble con el concepto de un roedor, porque así parecería masticado, pero se estaba tardando, y su transpiración podía generarle un choque eléctrico que podría matarla. Los nervios la llevaron a decirse: "Plan b" Tomó el cable, lo estiró hacia atrás, para enrollarlo con la silla del sujeto. Cómo ya estaba un poco limado, sabía que cuando se arrastrara más cerca de la mesa, este se cortaría. Luego salió, para meterse en el baño de mujeres, afinando el oído, y así captar cuando el técnico entrase al cuarto, rezando para que Zoe no apareciera. Finalmente puedo escuchar el cántico: "No no no no"

 

- Hay no... ¡Carajo! - Gritó. - Me van a despedir...- Se puso a sollozar. - Es el único trabajo que me podría conseguir... Dios... ¿Qué diablos hago? - Blair, en vez de conmoverse, se llegó a reír entre labios.

- Llorón. - Dijo entre las risas. - Espero que contraten a uno mejor. - Dijo burlándose.

 

Ahora, con las cámaras inutilizadas, tenía que simplemente tomar la carpeta de archivos de Adam, junto a los demás. Entró al archivero, miro a los alrededores, para evitar que no esté ningún archivista, (Por más de que sabía que estaban en su descanso). Había eliminado a las piezas especiales con las que contaba la comisaría. Un par de malditos peones no la detendrían, menos ahora. Aun así, prácticamente rezó para que estuvieran y no lo hayan sacado antes, pero estaba determinada a obtener la información que necesitaba, que prácticamente se sentía segada. Se puso a buscar la letra, A, luego la, J, Y por último la W. Las capetas marrones tenían todo: Imágenes, archivos, y fotos, tanto de cadáveres, como de pizarras blancas haciendo mapas conceptuales. "Lotería" Los leyó velozmente, y empezó a guardarlos en su mochila, cuando entraron 2 tipos, un archivista y un policía. Se movió rápido hacia detrás de una pared que tenía cerca, se quedó estática, mientras se tapaba la boca para que no se escuchara su respiración. Su corazón palpitaba demasiado fuerte, el miedo empezó a consumirla rápido, empezando a transpirar, y tiritar. "Me va a dar un maldito infarto" pensó.

 

- ¿Cómo va todo? - Preguntó el primer uniformado.

- Bien, las nenas empezaron el cole ya.

- ¿Y tú? ¿Cómo estás?

- Con sueño.

- No... me refiero a eso. - Le replicó.

- ¡Ah! ¿Con lo de Woods y Miller?

- Si. - "Esto es más conveniente aún" Pensó.

- Pues... ¿Qué no se ha dicho ya? Se los extraña por acá. - Respondió.

- Si. Pero, no niegues que lo veías mal los últimos días.

- ¿A quién no le duele que su hijo se muera? No me imagino si me hubiese pasado con Clau o Dai.

- ¿Escuchaste que Miller estaba embarazada cuando la atacaron?

- Si. Eso lo hace todavía peor. - Terminó. - ¿De cuánto estaba?

- Ni idea. Pero no tenía panza todavía.

- Pobre...- Se hizo una pausa.

- Los voy a extrañar. Woods era un buen compañero, su hijo era el mejor, era el nene más educado que vi. Se notaba que era un buen padre. Prácticamente lo criaba solo. y Miller... Bue, era una compañera, y por mas mala onda que fuera a veces, se estaba haciendo de las mejores. Siento que era como River, solo que, de mejor humor, y más joven. - El segundo uniformado ya tenía un par de archivos.

- Pobre River. No puedo creer que recién estoy pensando en ella.

- Encima Zoe está a cargo del caso.

- Seh. - Aceptó. - Dudo que ya hayan superado sus problemas. - Dijo corriendo la vista.

- Va a joder las cosas, lo sé bien.

- ¿Seguro?

- Y sí. Ya arruinó como 3 casos. Además de que no se llevaba con ninguno de los cuatro.

- ¿Cuatro?

- Contando a River y su hijo.

- ¡Ah! Cierto.

- ¡Te acuerdas cómo lo trataba?

- Pobre niño. Menos mal no sufrió. - Dijo el archivista. Se quedaron callados un segundo.

- Espero que esto se soluciones. No sé si Zoe, o con otro al cargo, pero quiero que encuentren a los culpables.

- Si. Que ganas de meterles un tiro. Así, a nadie se le ocurra llevarse a uno de nosotros.

- Bue...Me voy a ver al capitán. Nos vemos y gracias otra vez.

- Si. Me voy a almorzar en los 15 minutos que me quedan.

 

Ambos salieron del lugar, quedándose Blair sola. Se conmovió, y reflexionó. En un principio se iba a robar los archivos. Pensaba que no se merecían poder resolver el caso, menos Zoe. Pero, no todos era igual de idiotas, quizá incompetentes, pero al menos querían genuinamente resolver las cosas bien. Por más arriesgado que fuera, sacó el celular, y le sacó fotos a cada página. Salió de allí, para meterse en el hotel a leer cada dato, de los archivos, que incluía los del caso de un sujeto llamado "Charly Robinson", el viejo líder del "M.V.J.J"

Hace 13 años

 Estaba en el colectivo, con la cabeza apoyada en la ventanilla, los audífonos en sus oídos, los cuales estaban conectados a su mp3, reproduciendo su música favorita. Estaba bastante relajada, su corazón estaba palpitando cada vez más despacio, su respiración fluía más tranquilo, y sus parpados pesaban. Para resumir, se estaba durmiendo. Estaba realmente cansada: Le tocó un examen de fin de semestre, así que estuvo estudiando mucho tiempo, además de a tener que explicarle el tema a Hilary, una compañera del colegio, a la cual se podría decir zonza, o "Mean Girl", como las llamaban otras compañeras, que con suerte entendía el 2x2. Si no le pagaba, no lo hubiese hecho. Encima, al ser la metería del profesor que menos soportaba, la más inútil: Historia, con el profesor inútil, Wilbour.

 

Pero, a pesar de eso, de su mal humor y cansancio, solo una cosa le importaba más que cualquier otro drama estúpido del día: Esa noche, a las 7:30 PM, saldría a comer con Adam, ese chico que le hizo el paro de forma tan amable, y le alegró toda la semana. De hecho, ella lo invitó a verse. Blair no era tan ajena a las citas, ósea se llegó a ver con varios chicos, pocos, pero los hubo. Igual, nada duradero. Prácticamente todos, sino querían un revolcón, querían poder decir: "Miren, estoy la inteligente del salón. Me hacen las tareas gratis". A esos les sacaba la ficha rápido, principalmente porque eran muy obvios. Tras sacar luz la verdad, los ponía fácil en su lugar, para que no le falten al respeto. Por eso, prefería los "Encuentros rápidos" con sujetos X (De alguna discoteca, o bar al que haya ido), siempre y cuando estos puedan convencerla y, o seducirla. Jamás un compañero lo logró, por más que lo intentasen, sobre todo porque nunca llegaron tan lejos. Sin embargo, con Adam era un caso diferente. No es que fuera realmente distinto a los demás, salvo por el hecho de que fue ella quien lo invitó, cosa poco común, sino se sentía genuinamente interesada en aquel sujeto. Además de que el era físicamente atractivo, con ojos de color café claro, similar a la miel, que se veían tan lindos; Sumado esa voz grave, pero un poco armoniosa, que parecía de cantante o algo similar. Pero además parecía ser realmente inteligente, educado. De hecho, llegaba a rivalizarle en algunos aspectos intelectuales, llegando a rivalizarle las notas a veces. Suena raro, pero le atraían mucho los chicos que le hacía frente a su inteligencia. "Hay gente que le gusta que le peguen. Lo mío no es tan raro" se decía la pelirroja.

 

Una vez llegó a la casa, se fue silenciosa a la cocina, se hizo un café con leche, se preparó a unas galletas con mermelada de frambuesa y queso crema. Luego fue al cuarto, para comer con tranquilidad, tarareando las canciones de Miranda Lambert, que reproducía su viejo radio. Viendo la hora en el reloj de la pared del cuarto, confirmó que faltaba casi hora y media para el encuentro. Le restó 15 minutos que tardaría en llegar al lugar. Luego el tiempo de bañarse, más el de vestirse, calculando de esa forma el tiempo que tenía, dando como resultado obvio, que le tomaría su respectivo tiempo llegar al local. Su madre le inculcó la idea de que jamás hay que llegar temprano a las juntadas, ni tarde, siempre puntual (Por si no se notó, era fanática de Tolkien, por esa frase tan similar a la del mago Gandalf), que por más de ser un poco, vamos a decirlo, boba, iba a hacerle caso. "No quiero parecer desesperada" pensó. Por eso, para matar el tiempo, se recostó en su cama para leer "El resplandor" de Stephen King, acompañada de Morgan, su gato, quien entró tras rasguñar la puerta para que le abran, y una vez dentro se acostó en su regazo para dormir la siesta, en el calor de su pecho.

 

 Este pequeño ser peludo, ojos verdes, pequeño tamaño, pelaje color beige con algunas manchas oscuras, y personalidad tranquila, y cariñosa, era algo un poco más que su mascota, era prácticamente su mejor amigo, (O el único) porqué siempre estaba junto a ella: Cuando estaba deprimida, demasiado adolorida por esos días, o simplemente andaba triste, por extrañar a su madre, alguna pelea con su padre, con alguna compañera, o lo que sea, sin importar lo que pase, ese pequeño animal al verla mal, se frotaría en sus piernas, para terminar recostándose a su lado. Quería mucho a ese animal, y asumía que era un sentimiento mutuo.

Hace un año

 

Blair acababa de salir de una juntada con unos amigos, estando ahora estaba esperando a su padre, sentada en una banca en la vereda. Estaba con la cabeza muy dispersa, tanto por el sueño, como por el alcohol que acababa de consumir. Igual, no lo estaba más que sus amigos, que estaban más quebrados que la economía tercermundista, una de las razones, cabe aclarar, que se decidió a irse. Ya se estaba durmiendo en la banca, su cabeza se le caía y sus parpados se le bajaban, y eso que tenía miedo de que le pasara algo, quizá que la asalten o secuestren por eso estaba tratando de no ceder al cansancio. Aun así, su padre estaba tardando mucho en llegar, provocando un aumento de su temor, por casa segundo, y la razón por la que casi se le da un infarto, cuando algo le rozó la pierna por debajo de donde estaba.

 

Chilló del susto, pero luego de casi quedar tiesa por un ataque cardiaco, se dio cuenta de que el contacto fue provocado por un pequeño gato bebé, que con belleza felina, se le había acercado, y maullaba por su atención, observándola con sus grandes ojos celestes. Se agachó, le saludó y preguntó por si tenía algún dueño (No les llama la atención que hablemos con los animales cuando ni siquiera hablan nuestro idioma) "No tiene collar. Tiene uñas largas, y está un poco delgado. Debe ser callejero." pensó. Al ver que el animal seguía con ella, estiró la mano, para con las uñas rascarle el cuello, cómo respuesta arqueó la espalda, pidiendo más, y haciendo que la adolescente suelte un "Awww" de ternura. Siguió un rato, pero se vio obligada a parar el mimo, tras divisar las luces de un auto, las que serían muy probablemente de vehículo de su padre. Sin embargo, él le puso la pata en su pie, e intentó seguirla. "Vete pequeño", le dijo intentando echarlo, mientras agitaba las manos como seña de esto, pero se negaba a irse, "No me van a dejarme quedarme con el" Pensó llevándose la mano a la boca, al ver al pequeño observarla a los ojos, "Pero es tan lindo", continuó intentando convencerse, "No me veas así", comentó enternecida.

 

- ¡Blair! ¿Qué haces? - Dijo su padre una vez frenó detrás suyo. Volteó, viéndole de reojo. - Apúrate, que tengo sueño.

- Puess...- No sabía cómo reaccionar. ¡Quizá llevarse a ese pequeño con ella le cause problemas, pero igual, necesitaba una mascota, alguien que le pudiera hacer el paro, que la acompañe... - ¡Pa!

- ¿Qué?

- Te presento a tu nieto. - Dijo levantando al gato en sus manos.

- ¿Un gato? No no no.- Negó fugazmente. - No vamos a tener un gato.

- -Por favor. - Rogó. - Siempre dices que tengo pocas responsabilidades, ¿No? ¿Qué sería mejor que una mascota?

- Cualquier cosa sirve más que eso. Ya te tengo a ti para romperme las guindas. - Le dijo cruelmente. - Además ¿Cómo lo vas a mantener si no tienes dinero? - Cuestionó. La adolescente bajó la cabeza pensando, y luego la levantó con una idea. 

- Puedo trabajar el doble en casa, para que me pagues comprándole la comida.

- Por Dios Blair...- Wilson al ver los ojos llenos de ilusión de su hija, luego los del gato. Se le vino a la cabeza el hecho de que necesitaba una mejor limpieza de la casa; Y, sobre todo, el que su ex, odiaba a los gatos, impidiéndole tener uno, le hicieron considerarlo. Finalmente le dijo. - Si causa el más mínimo problema...

- No no no, se va a portar bien. Lo voy a entrenar y todo.

- ¿Me lo juras?

- Con mi vida.

- Bien... Qué venga. - Cerró haciendo una seña con la mano para que entre de una vez al auto.

- ¡Gracias papi! - Dijo deslizándose dentro, dándole un beso en la mejilla.

- Si, quítate. - La apartó. - ¿Y cómo se llama?

- Puess... No creí llegar tan lejos, así que...- Se puso a pensar. - Es macho... Gris... No lo sé...- Apretó los labios. - ¿Lucas? ¿Cristian? ¿Stephen?

- ¿Silvestre?

- Nha. Es muy viejo.

- Tiguer...

- ¿Enserio?

- ¿Y qué tal Morgan? - Propuso el padre. La chica inclinó la cabeza hacía la izquierda.

- ¿Morgan? ¿Por qué?

- Era el nombre que te pondría si fueras varón.

- ¿Por qué me ibas a poner así? 

- Ni idea. Solo me gustaba.

- Okey... Me gusta. No sé si es el más adecuado, pero me gusta como suena. Bien culto. Como una especie de detective inglés. - Aceptó entre risas. - Muy bien Morgan, soy tu madre ahora. - Dijo con un tono pícaro. - Voy a cuidarte hasta el final de tus días.

- No te pongas cursi.

- Perdón jaja. Creo que el alcohol me pegó más duro de lo que pensé.

Un año después

 

Estaba llegando al final del capítulo. Estaba tan relajada, que podía escuchar el aire fluir, lo que era gracioso, porque estaba leyendo como un sujeto caía a la locura e intentaba asesinar su familia. No sé si es necesario decir esto, pero era de las que creían que el libro era mejor que la película. Por eso, a pesar de que era como la quinta vez que leía la novela en sí, se negaba rotundamente a ver la adaptación de Kubrick, por más que le hinchen las guindas diciéndole que le una oportunidad. "Ya sé que pasará, ¿Cuál es el sentido?", respondía siempre. Estando así, su reloj se dejó ver, dándole aviso de que no faltaría más de 45 minutos. Suspiró, apoyó las manos sobre las orejas de Morgan, cubriéndolas con los dedos. El pequeño abrió los ojos mirándola fijo.

 

- A ver... Muévase pequeño.

- ¡Miau! - Respondió el felino cesando su ronroneo, porque no quería moverse.

- Vamos que tengo una cita, debo bañarme y prepárame.

- ¿Miau?

- Si, con Adam. Es un chico del colegio, atractivo, inteligente...

- Miaauuu...- Rugió celoso, poniéndole una patita en la barbilla.

- Si... ya sé que no te gusta que tenga citas. Pero no quiero terminar siendo una loca de los gatos, y algún día sé que tendré hijos... Humanos...

- Miau. - Se quejó.

- Vamos, no te pongas así...

- Meow... - Bajó de su regazo ofendido.

- Hey… - Dijo riendo... - Hay... Te quiero bebé.

 

Después de la conversación con su gato, "Me estaré volviendo loca" se metió a bañar, tardando 15 minutos; Se secó el pelo con la secadora, tardando 7. Por último, se vistió, poniéndose una blusa banca, unos jeans azules, zapatillas negras, que hacían juego con una campera de cuero un poco más larga que su cintura, tardando en total 10 minutos. Por último, una vincha violeta, que combinaba con sus ojos. Se pintó los labios muy despacio, para resaltarlos un poco, lo mismo con las pestañas. Con todo este conjunto iba a transmitir sus intenciones. "La primera impresión, en la primera cita, es fundamental" se decía. Ósea: Quería verse linda, pero tampoco parecer una cualquiera; Atractiva, pero no superficial; Y, sobre todo, no parecer desesperada, más si interesada. Pensó todo esto mirándose al espejo, respirando profundo. "Te ves bien." Se dijo. "Vamos Blair, disfruta esto querida, es lo básico". Salió de su cuarto, preparada para ir, pero la detuvo su padre.

 

- ¿A dónde? - Preguntó agresivo.

- Voy a salir. - Respondió fría.

- ¿Quien? ¿Donde? ¿Cuántos son?

- En el centro, somos 2...- Pausó. - …Y voy con Adam, un compañero del colegio.

- ¿Cuál?

- Es nuevo en el salón.

- Y ¿Qué más?

- Nada: Es un sujeto amable, me trata bien y... ¿Qué te importa con quien salgo? - Saltó agresiva. - Voy a volver a la hora de siempre, y no es nada ilegal.

- Nunca se sabe. Quizá saliste como tu madre.

- Oh, hijo de... ¡Déjame tranquilla! - Terminó.

- Bueno bueno. Solo no te embaraces, que no quiero tener que bancarme un bebé. Menos uno tuyo. - Terminó alejándose por la puerta de su cuarto.

- Púdrete. - Susurró.

 

Se fue muy enojada, pero el colectivo tardó lo suficiente, para que el sentimiento de rabia por pelearse se le pasara. Para cuando llegó al local, (Mucho más calmada) Adam estaba esperando ya allí. Le saludó con un beso de mejilla con mejilla, le alagó por su aspecto, ella devolvió el cumplido y finalmente entraron. El resto-bar, era uno de esos con estilo de los años 50's, con colores rosa y rojo como los que predominaban en el ambiente, junto a música de Rock and Roll y meseras con uniformes antiguos. Ellos se pidieron unas hamburguesas, acompañadas con unas malteadas de fresa. Eran parte de una promoción. No tenían mucho dinero. Igual estaban deliciosas, sobre todo las vividas.

 

 Cómo era más que obvio se pusieron a charlar. Adam era un sujeto muy gracioso, salió con anécdotas, chistes, ideas, pensamientos todo, con su muchas salidas y giros de trama, que le sacaban unas buenas carcajadas. "El buen humor es signo de inteligencia", pensaba. No necesitaba fingir, realmente a estaba haciendo pasar un buen rato. Era completamente normal. Pero entonces, la charla se dirigió a ella, quien no sabía de contar chistes, o tenía experiencias realmente graciosas, así temió aburrirle. Trató de desviar la charla para otros rumbos, pero seguía empecinado en saber de la pelirroja. ¿Qué le podía contar? "Mi madre me dejó cuando tuvo la oportunidad", "No me llevo bien con mi padre" "Tengo un gato, que es prácticamente mi mejor amigo". Terminó diciendo lo mucho que le gustaba leer: Cómo meterse en mundos fantásticos, o aterradores, le parecía lo más genial del mundo, pero de golpe frenó y se quedó callada, cuando la charla empezó a hablar de Stephen King.

 

- ¿Ocurre algo? - Preguntó.

- Te estoy aburriendo.

- ¿Qué? ¡No! - Negó Adam con la cabeza.

- No finjas. La voy a cortar, tranquilo.

- Blair, no... no te preocupes, me interesa...- Ella cambió del tema. El otro intentó trató de volver a lo de los libros, o su vida, pero seguía sin querer acercase allí. No sabía porque, pero tenía miedo de contar sobre esta. Así estuvieron un rato, luego pagaron las cuentas, se abrigaron y salieron a las calles.

- Bueno. Gracias por...

- ¡Espera!

- ¿Mhm?

- ¿En qué te vas?

- En colectivo ¿Por?

- ¿Quieres que te acompañe a casa?

- Está mi padre. Es medio cascarrabias, y si no le aviso que va alguien se enoja bastante jaja. - "No pienso aflojar tan temprano, apenas tuvimos una cita" Pensó.

- No no no. Es que es tarde, y no es la ciudad más segura. Si quieres puedo pagarte un taxi.

- No, no te preocupes. - Dijo sacudiendo las manos.

- ¿Segura?

- Si, calma.

- Bueno, al menos déjame acompañarte a la parada. - Blair levantó la ceja.

- Vale. Pero no te quieras pasar.

- A bue jaja. Vamos. - Empezaron a caminar por las calles, las cuales ya estaba oscuras, y los faroles de las veredas estaban encendidos, irradiando la luz anaranjada. Eran inicios de otoño, por lo que una brisa fría estaba empezando a llegar. Ellos seguían platicando sobre la vida, ella con un poco de más confianza, pero entonces, Adam le dijo. - ¿Por qué te frenaste cuando me estabas hablando de los libros? - Preguntó curioso.

- Por nada. Me di cuenta que te estabas aburriendo, eso es todo.

- No lo hacías. Me gusta leer.

- ¿Así? - "¿Enserió vas a jugar esa carta?" 

- Si, bueno, claramente no leo tanto como tú. Pero, entiendes a lo que me refiero.

- ¿Cuál es tu libro favorito?

- Uno llamado: Escuché que pintas casas.

- Me suena. ¿No es de mafiosos?

- Si, de Jimy Hoffa y como murió.

- Claro, nada que ver a lo que leo yo. Te gustan las historias de mafiosos ¿Eh?

- No tanto, pero esta tiene algo que me encantó.

- ¿Que?

- La amistad de Hoffa y el protagonista.

- ¿De 2 mafiosos?

- No, tan así...Son realmente amigos: Se abrazan, juegan a los bolos, van al bar... Todo lo que haría yo con mis amigos. Ósea me pareció realista. - Describió mirando al cielo. - De alguna manera, es una guía para mí...

- A la mier...

- Calma, déjame explicarme. Es más bien, lo que jamás debo hacer. El protagonista Frank Sheeran, tiene todo lo que quiere cuando es sicario para la mafia, pero le obligan a matar a Hoffa. Lo hace, pero pierde todo: Su familia empieza a odiarlo, su mejor amigo murió, se queda en un asilo para ancianos y muere allí. 

- Todo vuelve ¿Eh?

- Sip... Todo vuelve.

- Para resumir: Ese libro, me enseñó a poner a mi familia al frente.

- ¿Quieres tener una familia?

- ¿Tú no?

- No lo sé... Me gustaría, pero, qué se yo, hay que pensar muchas cosas de por medio.

- Quizá.

- Además...- Algo le cayó en la frente interrumpiéndola. Un líquido templado. No tardó en darse cuenta: Estaba empezando a llover. 

 

Las gotas que empezaron a caer, y con cada segundo que pasaba, caían más y más rápido, hasta el punto de parecer chorros de mangueras, que les caían encima. Estaban corriendo en busca del algún techo para resguardarse, pero era tarde, porque no pudieron evitar empaparse un poco. Finalmente llegaron a un quiosco con el toldo bajo. A Blair, no le gustaba tanto la idea de mojarse: El humedecerse el pelo, provocando que en un rato se le esponjé cómo en las caricaturas; Su maquillaje se le corrió un poco, echando el costoso material por la borda. Sin embargo, no pudo evitar soltar una genuina carcajada, que tapó fugazmente con su mano, porque es innegable que la situación era graciosa, y conveniente. Adam también se rio.

 

- Oye, si hubiera sabido que hoy se iba a largar, lo hubiera pospuesto. - Le dijo sacudiéndose el pelo con los dedos, para que se le cayera el agua, y más tarde, se le secara más rápido. - Pero me sorprende que te tomes con gracia esto, otras se hubieran puesto re mal. Eres una genial.

- Pues...- Dijo enderezándose, a la vez que se quitaba la vincha. - Me parece muy cómico, y conveniente. Además, debí haberlo sabido yo, que yo te invité. No te preocupes.

 

Blair estaba tan entretenida con el sonido de la lluvia, en su risa, y sobre todo en cómo él la miraba sonriente, que tardó en darse cuenta de que el brazo de Adam apoyado contra la pared de detrás de ella. Ósea estaba acorralada. Su cabeza formuló la idea que le había dicho su padre, algo que se le había olvidado. Lo del ajedrez, vaya. Él había jugado sus piezas de forma elegante e inteligente, "Bien: La cena, el caballerismo en acompañarme, y... sabía que se iba a largar a llover ¿No?" "Además jugó lo del libro muy bien a decir verdad", estaba en jaquémate, era innegable, "Hacía rato que no me ganaban en la primera cita. Estoy sorprendida". La pelirroja sonrió mientras bajaba la cabeza. Empezó a liberar una pequeña risa. 

 

- ¿Ocurre algo? - Pregunto con su voz un poco más grave de lo normal. Volvió a verlo a sus ojos de color miel, a la vez que le pasaba la mano por encima del chaleco de lana rojiza.

- Bien. Ganaste esta.

- ¿Ganar qué? - Preguntó confundido.

- Ven, disfruta tu premio...- Susurró, queriéndose hacerse la sexi.

- ¿Ah? ¿De qué hablas? - Volvió a preguntar sin saber a lo que la otra se refería.

- Dios...- Se quejó porque no le pudo seguir el juego. - Solo, ven...

 

 Blair deslizo sus manos por encima de sus hombros, y los cruzó detrás de su cuello, encerrándolo de alguna manera "De aquí no te vas". En respuesta, Adam le sostuvo de cintura con las manos, como si estuviese aceptando las intenciones de la pelirroja. Ella le miró a los ojos, luego a los labios, mientras sentía que su corazón empezaba a palpitar cada vez más rápido, y se acaloraba. Se acercaron un poco más, hasta estar prácticamente abrazados, se puso un poco más en putillas, y estando tan pegados, se terminaron por besar.

 

Lo que sería un simple pico, que no duraría más de un par de segundos, se convirtió en un "Beso francés", que duró varios minutos. Blair no solía dejarse besar así, por lo menos tan temprano, Ya se dijo, sería algo más corto. Pero, pasaba que los 2 hacían buena dupla: La habilidad del otro para lo que estaban haciendo, y el ímpetu de la pelirroja, que mientras más pasaba el tiempo, más se acercaba, mientras lo arrastraba hacia ella, el otro se negaba a retroceder, y le sostenía cada vez más fuerte de la cadera, dando una especie de batalla, "A ver quién se la banca más" por decirlo de alguna manera. Cuando uno parecía estar por ceder, solía con algo para seguir. Él la ayudó a recostarse contra la pared para estar más cómodos, mientras que ella disimuladamente se amarraba el pelo. Todo este calor, acompañado por el intercambio de sabores, que se sentía bastante disfrutable: Una mezcla entre el gusto de la frutilla y menta, obviamente con el toque cálido y viscoso de la salvia, le inundaban el sentido del gusto. A decir verdad, la pelirroja no sabía si ella le daba la misma sensación a él. "Mastico chicles prácticamente todos los días. Que vergüenza sino" pensó. El sonido de la lluvia los arrullaba mientras disfrutaban del otro. En general, se trató de una de las situaciones más candentes, y si, excitantes de su vida. Tras aguantar un buen rato, se separaron cuando casi no tenían aire, se miraron otra vez a los ojos, para que darse un poco así. Blair sonrió mientras se pasaba la mano, limpiándose la cara.

 

- Creo que la idea del taxi es mejor ahora, ¿No? - Bromeó pasándole la manga por su rostro, que tenía un poco de labial en las mejillas y labios.

- Cierto, cierto. Déjame llamar a uno. - Aceptó entre risas, antes de ir a llamar uno en el cordón de la vereda. Ella que respiraba profundo.

 

 Compartieron el vehículo, y llegó a su casa. Entró al mismo una vez saludado al caballero que le hizo pasar una buena noche, con un beso mariposa (De esos que se dan poniendo sus manos en los labios). Con paso firme llegó dentro, pasó a su cuarto y una vez dentro, después de a ver mirando a los costados, se derritió contra la puerta detrás suyo, con un largo suspiro, que duró hasta llegar al piso. Estaba tan acalorada, además de cansada de aquél largo beso. Su corazón palpitaba a mil por hora, sus pulmones estaban agitados, su piel acalorada, y sus piernas junto a sus manos temblaban. Una vez se levantó, algo tambaleante, pasó al baño para desmaquillarse. Viendo la hora, se puso el pijama (Una remera y un short), se metió bajo las sabanas para dormirse, cuando se dio cuenta de que faltaba algo.

 

- ¿Y Morgan? - Salió de la comodidad en la que estaba para salir a buscarle. No tardó en hallarlo: Estaba con su padre frente a la chimenea. Este se estaba durmiendo, mientras que Morgan directamente ya lo estaba. - ¿Qué haces? - El viejo salió del trance en el que estaba.

- ¿Qué hace este gato aquí? - Dijo hastiado con la vos entumecida. - Quitármelo.

- Ya va. - Tomó al animal delicadamente en sus brazos. Wilson se quedó mirando a la nada. Ya eran como las 9:30 de la noche. Era temprano para dormir, pero el saldría a trabajar nuevamente en un rato. Este miró a su hija por encima de los lentes, con su único ojo.

- ¿Cómo te fue?

- Bien...

- ¿Cómo se comportó? ¿Te trató bien? No se quiso pasar ni nada ¿No?

- No no, se portó bien.

- Bien... Vete a dormir. Ok. Buenas noches.

- Si... Buenas noches. - Ella volvió a su cuarto, donde se volvió a recostar.

- Dime pequeño ¿Qué hacías allí?

- Meeew, miau miau.

- ¿Sabes? A veces me gustaría saber tu idioma. - Le respondió fugazmente. - Buenas noches amigo.

Actualidad/Un par de horas antes.

 

Era un día bastante soleado, ni una nube en el cielo. La habitación era de esas individuales, con una camilla al frente, con frazadas blancas, donde estaba abandonada la joven mujer, de no más un par de años menor, la cual estaba conectada a un suero, y una máquina de esas que medían su sentido cardiaco, que no sabía cómo se llamaban. Suspiraba pesadamente, liberando esa esencia de depresión que se sentía en al aire, mientras tenía la muerte en sus ojos color café.

 

- ¡¿Quién es?! Había dejado en claro que no quería visitas.

- No soy una visita, técnicamente hablando. - Dijo bajando la cabeza rascándose en el cuello.

- ¿Quién es entonces? - Preguntó sin dejar de ver la ventana.

- Me llamo Blair River. - Finalmente volteó para verla directamente.

- La esposa de...- Pronunció.

- Si... Si lo soy.

- Dios, l-lo siento mucho. - Se disculpó tartamudeando, mientras posaba su mano en su pecho.

- No pasa nada. - Dijo arrastrando una silla para sentarse frente a ella, y una vez se sentó, con un lazo, se ataba el pelo por la mitad para poder escribir mejor, que este le moleste a la vista.

- Lo siento mucho.

- Ya le dije que no ocurre na...

- Me refería a James y Adam. - Interrumpió.

- Oh... Gracias...

- No me puedo imaginar lo que debes sentir. Adam fue el mejor compañero y James el niño más educado que conocí. Mis condolencias más sinceras...

- Gracias, pero... yo me imagino que siente algo similar. - Comentó fugazmente, abriendo su cartera y sacando su "Kit"

- ¿Mhm?

- Usted perdió a...

- Empezamos mal. - A firmó de golpe.

- ¿Ah?

- No me trate de usted. Llámeme por mi nombre y tráteme de tú. ¿Está bien?

- ¿Okey? - Dijo sintiéndose regañada. - Estabas embarazada cundo te atacaron, es decir, perdiste a tu bebé. Además, tu marido, un hombre llamado "Jayden Miller", está desaparecido. - La chica se tapó la boca y corrió la vista. Blair, se compadeció, por lo que le intentó de dar la mano, pero se la sacó de encima deprisa.

- Si, lo hice. ¿Quieres hacer algunas preguntas? ¿No es así?

- Se nota que conoce el proceso ¿Eh?

- Si. Empieza. No quiero hablar con nadie ¿Lo entiendes verdad? Terminemos rápido.

- Si, perfectamente. Prometo acabar pronto. - Dijo Blair preparando la libreta junto al bolígrafo. Sabía que no podía preguntar todavía sobre lo ocurrido el día del ataque, debido a su estado tan delicado. - Dígame: ¿Cuánto tiempo tú y Adam fueron compañeros?

- No vengas con formalidades. Ve al grano.

- No, realmente no sé cuánto tiempo fueron compañeros.

- ¿Enserio?

- Si.

- Entonces: Unos 10 meses aproximadamente.

- Muy bien...- Anotó en la libreta. - En cuanto a Jane Lee: Puede hablar con ella hace poco. Habla de ti diciendo que eres la mejor. ¿Por qué no quieres que venga en esta situación tan dura?

- No quiero verla preocupada. - Respondió fría.

- Ya la preocupas sin ver a nadie.

- Es más complicado que eso. Ella está bien, puede seguir viviendo. Quiero estar sola. - "Las 3 cosas que me dijo, no parecen tener relación entre sí como tal." Anotó. Su cabeza empezó a divagar, intentado unir algunos puntos.

- ¿Qué relación hay entre Jayden y el caso? - Abigail tragó saliva, apretó el puño, y volvió respondió sin mostrar emociones.

- Era mi pareja. Quizá los asesinos tienen algo contra mí. Mataron a mis mejores amigos, ahora él está desaparecido. Une los puntos Blair. - Le dijo sarcástica. Blair ardida, de golpe le preguntó.

- ¿Cuál es la necesidad de tratarme así? Quiero ayudarte, y te dignas en ser así.

- No me quieres ayudar. ¿Crees que no me di cuenta?

- ¿Qué dices?

- Venga...

- ¿A qué te refieres?

- A ver: ¿Tú qué quieres Blair?

- Que quiero... ¿Con qué?

- ¿Qué buscas, ahora que tus seres más queridos están muertos? - Bajó la cabeza, apretó los labios, y respondió decidida.

- Justicia. Quiero justicia.

- No, quieres justicia. Tú quieres venganza. - Dijo Abigail entre cerrando los ojos avellana. La mujer apretó los dientes. Se enfureció. "Cálmate, ¡Cálmate!"

- No... No...

- Blair, yo...

- Dime, ¿Hay diferencia? - Preguntó desafiante. - ¿Cuál es la diferencia?

- Que uno es un acto de empatía, y el otro egoísta. Si tienes justicia, lo haces para que otro no sufre lo mismo que tú. Pero si quieres venganza, seguirás hasta que no veas la sangre de esos asesinos bañar las paredes no estarás contenta.

- Pero si mato a los criminales, no molestarán a nadie más. - Trató de justificarse.

- Pero no lo haces pensando en eso. Solo quieres satisfacción personal.

- Ayudo gente al final del día.

- Hieres a los de tu alrededor, ¿Vale la pena?

- No lo hago...

- Cuando caes, te llevas a los de tu alrededor.

- No voy a caer.

- Si lo harás. Cuando quieres venganza no tienes un límite, tu moral desaparece y aparece cuando le conviene. Pero si o si llegará cuando el hayas cometido algo de lo que no volverás, y te matará la culpa. - Se sostuvo el pecho. Se sentía atacada. No quería seguir así. Se levantó, tomó sus cosas y empezó a caminar acercándose a la puerta, enfurecida por como la trataban. 

- ¿En qué quieres que te ayude? - Blair miró hacia atrás, con los ojos llorosos.

- ¿Por qué me "Quieres ayudar"? - La chica, cerró los ojos, movió los labios a los costados.

- -Porque sé muy bien lo que sientes. - "Esto me suena familiar". - Y sé que las consecuencias son mayores de las que crees. - Le dijo. La pelirroja sacudió la cabeza y comenzó a caminar nuevamente hacia la paciente.

- ¿Cómo lo sabes? - Abigail sonrió, mientras unas lágrimas salieron de sus ojos, mientras levantaba las manos.

- Une los puntos, Blair...- Bajó la cabeza. Se volvió a sentar. 

- Abigail... Adam... Tuvo algo que ver...

- Ya lo sabrás toda la historia.

- Dime. Por favor dime...- Le rogó casi llorando. Abigail sonrió nuevamente, y le tomó de la mano.

- ¿Quieres arriesgarte a dejar todo esto ahora? - Blair bajó la cabeza.

- Tienes razón.

- Dime ¿Cuál es tu plan?

- Yo no solo quiero encontrar a los asesinos, quiero terminar el caso de Adam. Si lo hago, sé que no me perseguirán. Pero si o si, necesito los archivos originales, porque los del pendrive no están completos.

- ¡Ja! Siempre me parecía una pérdida de tiempo. Ahora lo entiendo.

- Si ¿Verdad?

- La puerta de la lavandería está rota.

- ¿Cómo sabes?

- Yo la rompí.

- A la ver...

- El que maneja las cámaras toma mucho, mucho café, y va al baño cada 10 minutos. Quizá puedas hacer algo con eso. Los archivos son...

- Yo me manejo con eso.

- Ok. Además, los archivistas suelen tomar un descanso antes de las 3 de la tarde. - Dijo terminando de anotar todo.

- ¿Hay algo más?

- No lo creo. Solo ve con algún disfraz por si te graban. Eso no significa que vayas como un payaso.

- Si, entiendo.

- Bien.

- Muchas gracias. - Agradeció, genuinamente con mucho aprecio.

- Te dejo tranquila. Muchas gracias.

- Solo una cosa...

- Dime.

- Necesito 2 cosas: Primero, mantenme al tanto.

- Bien.

- Y segundo... Si ves a Jayden… Dile que lo amo.

- Espera... ¿Crees que sigue con vida?

- Si.

- ¿Entonces porque no vino a verte aún?

- Porque no solo lo puse en peligro mi vida. Puse la de su hijo.

- Sería cruel pensar que te dejaría por eso. ¿Qué no te amaba?

- Es más complicado que eso.

- Está bien. Te prometo que lo encontraré, y haré que te perdone.

- No lo hará. Espero que no lo haga.

- ¿Por qué?

- Ya vete, por favor. - Dijo cortando la conversación.

 

Blair salió del lugar, mientras sentía que su entorno se veía borroso, y empezaba a escuchar, como si estuviese bajo el agua. "¿Qué hiciste Adam?" se preguntaba, mientras su cabeza la empezaba a doler tratando de unir los puntos. "¿Por qué este tal Jayden la dejaría de esta forma?" La mujer estaba perdiendo de tanto aliento, que irremediablemente se tuvo que frenar en una banca de un parque cercano "Adam, ¿Querías venganza?" Preguntó, al borde de las lágrimas. "¿Por eso Abigail quedó así? ¿O fue al revés?" Dijo formulando una teoría, mientras otros miles comenzaban a crearse. "Pero ¿Qué quiero yo?" se frenó. Estaba estática, helada, sin aliento, con la cabeza baja. Pero alzó la vista con determinación, una rabia la inundó, y apretó los dientes. "No sé qué quiero..." Pero sacó una conclusión: "Sé que si los mato... Me sentiré mucho mejor. Podré dormir tranquila" La furia que le inundó, no tenía nombre. "No me importa a quién tenga pasar por encima, o quien salga lastimado" Aclaró para sí misma. "Yo quiero venganza"

Hace 13 años

 

 Esa semana fue una reverenda porquería para Blair: Peleas, exposiciones sobre materias inútiles, sus "Días"; El gas se les había roto en la casa, así que se estuvo bañando con agua fría esos días, etc. Todo mezclado, hacía que se sintiera más rabiosa que de costumbre. Estaba estresada, y genuinamente harta de todo lo que estaba a su alrededor. Tanto que no estaba saliendo de su cuarto, y únicamente lo hacía para comer, o asearse. Aun así, se sentía bastante sola, pero tampoco quería ver a nadie. Según ella, por miedo a tratarle mal solo por interferir en su camino. Se mentía para no sentirse mal por querer estar sola. Solo Morgan la estaba acompañado, ya que solo maullaba, y no le molestaba.

 

 Estando así, en la soledad de su cuarto, Adam le llamó preguntándole como estaba, y porqué estaba tan distante últimamente. Procedió a describirle su semana con mucho detalle, para responderle a su pregunta. Se sintió aliviada de poder decírselo a alguien (Morgan no cuenta porque es un animal) Pero no terminó así, porque la invitó a salir una vez había terminado, con la excusa, "Para ver si te relajas un poco". Aceptó sin tenerlo que pensar demás "Ya suficiente de estar acostada". Ni siquiera tardó en salir de la casa, sin arreglarse mucho, solo abrigándose, con una campera parca que le pasaba de la cintura, junto a un gorro de lana gris y una bufanda negra. Tomó el colectivo, que la llevaba al punto de encuentro: La playa, donde la estaba esperando, un poco desabrigado a comparación a la pelirroja y tras saludarse con un pico, se pusieron a pasear.

 

La cita no fue más que caminar por los alrededores, tomados de las manos, disfrutando de la brisa, el sonido de las olas, la risa de los niños, la música de los artistas ambulantes, pero sobre todo de la compañía del otro. Y pese a que el frio era algo que por lo general le molestaba, ya que no se lo bancaba. Era más del calor (Por eso amaba la primavera). Sumémoslo a lo ya mencionado del agua de su casa. Debería estar quejándose a cada rato del clima, no estar como si nada a la intemperie a inicios de invierno, caminando en la playa. Ni temblando estaba la pelirroja. Es más, se sentía tranquila, genuinamente pacifica, ni le importaba el vapor que salía de su boca, o como los dedos de la mano izquierda se le congelaban a cada segundo. Quizá que le trasmitía suficiente calor para sentirse bien, con solo cerca de él. Que, por cierto, ni había mencionado las bajas temperaturas "¿Acaso no te molesta?" se preguntó. Tras divagar un rato por los alrededores, llegaron a llamada "Escollera". Allí se sentaron en una banca, mientras se comían una bolsa de dulces que compraron en un negoció de por allí.

 

- Oye. - Le dijo llamando su intención una vez el caramelo de miel se le había disuelto en la boca.

- ¿Qué pasa? - Respondió Adam agarrado otro para comer.

- Gracias por invitarme a salir hoy. Siento que me alegraste la semana. - Agradeció con una sonrisa, poniéndole de la mano, encima de la de él. - Me ayudaste a despejarme.

- No es nada. Yo también tenía muchas ganas de salir. También tuve una semana complicada. Ya suelo venir cuando necesito despejarme.

- ¿Por? - Preguntó metiéndose, ahora, un chicle de menta. Él miró al mar y sonrió, antes de preguntarle.

- ¿Acaso no es relajante salir a pasear así? Sin un rumbo específico, en un lugar pacifico...

- Si. Es verdad.

- Pero sobre todo...- Blair le miró, Adam le tomó de la mano, entrelazando sus dedos con los de ella. -... junto a alguien que quieres y aprecias. - Le dijo con dulzura, digna de los caramelos que estaban comiendo.

- Que tierno. - Agradeció con una risa. Se le acercó y le dio varios besos en la mejilla.

- Sabes...

- ¿Mhm?

- ¿Sabes que pasa hoy?

- No… - Negó confundida. - ¿Qué pasa hoy?

- Cumplimos 2 meses desde que empezamos a salir... ¿Sabes qué significa?

- Oh...- Bajó la cabeza un poco, apretó los dientes mientras un sentimiento de desilusión la llenaba. Soltó la mano de Adam, y se sostuvo el pecho. Se deprimió genuinamente. - Auch...

- ¿Blair? - Le corrió el pelo hacía atrás, y ella apartó el rostro rápidamente.

- Si... lo siento.

- ¿Por qué te disculpas? Blair, respóndeme. ¿Qué ocurre? - Blair no quería decir nada obvio, o al menos obvio para ella. Se estaba bancando las ganas de llorar, mientras se alejaba sutilmente. "Creí que, esta vez sería diferente" Pensó.

- La verdad no lo sabía. - Dijo finalmente. - Era necesario recordármelo ¿Verdad? - Le dijo pasivo-agresiva. - Igual, te hice esperar bastante. Eres la mejor paga fantas del mundo. ¿No es así?

- Hey hey hey. Cálmate. - Le interrumpió Adam agitando las manos. - ¿De qué hablas? - Le preguntó apoyando su mano en su hombro, pero se la quitó de encima, con una actitud amargada. - ¿Hice algo mal? ¿Te dije algo qué te lastimó? Dime que pasa, para hacer algo. - Seguía tratando de entender el porqué del estado de animo de la muchacha, pero se negaba a ser clara.

- No, no hiciste nada. - Dijo con actitud de "No te hagas" - Simplemente reclamas lo que querías desde el principio.

- ¿Pero de qué carajo estás hablando? - Le preguntó ahora más hastiado.

- ¡Tú sí que sabes de lo que hablo! ¡No te hagas!

- No, no sé de qué hablas.

- Tu sabes, o eso creo, porque no sé hasta qué punto me conoces...

- ¿Qué?

- ... Que yo no me banco la gente que divaga cuando quiere decir sus intenciones.

- Yo no divago. Pero creo que ya entiendo el problema. - Afirmó más seguro. Ella cruzó los brazos. - No entiendes de que hablo.

- Haber, ¡¿De qué hablas entonces?!- Le dijo agresiva, muy enojada, tras empujarlo levemente, lista para dejarlo allí solo. Adam abrió su campera, de un bolsillo interno sacó una bolsa de regalo de color lila, que se le distinguía una forma cuadrada de su interior, con grapas alrededor para mantenerlo sellado. Se lo acercó para que lo tomara. Ella sacudió la cabeza sin entender. - ¿Qué es esto? - Preguntó confundida.

- Tómalo.

- ¿Pero qué es?

- Solo tómalo y ábrelo. - Sin entender aún, por más obvia que fuera la situación, tomó la bolsa, la abrió con delicadeza y sacó de adentro un pequeño libro que se titulaba "Love Story, of Craziness and Death", de Horacio Quiroga. Estaba claramente usado, porque la tapa estaba un poco descolorida, y un pequeño pedazo roto, pero con una portada que llevaba un toque macabro, pero también vistosa, y un poco atractiva. Era una novela de terror, lo que más le gustaba para pasar el rato. - Es mi regalo por cumplir los 2 meses.

- Dios...- Se tapó la boca. El sentimiento que le llenó de de decepción, ahora se convertía en ilusión - Es un chiste...

- No, no es un chiste. - Dijo Adam. - Era de mi hermana. Se lo dieron hace un año creo, y ella me lo dio a mí. Así que, como te gustan el terror, se me ocurrió que te gustaría. A mí me gustó, y creo que va a ser tu caso.

- Hay... Adam...- "Jamás me sentí tan avergonzada"

- Ahora. - Dijo más serio, en busca de respuestas. ¿Puedo saber de qué estabas hablando antes, y porque te pusiste tan agresiv...

 

Antes de poder, terminar Blair le interrumpió subiéndosele al regazo de golpe, cruzando sus piernas detrás de su espalda, acorralándole en un arrebato. Y tomando de las mejillas al confundido joven, le besó dulce, pero fortuitamente en los labios, mientras pasaba sus brazos hacia detrás del cuello, para abrazarlo con fuerza por cima de sus hombros, "Considéralo mi disculpa", pensó para con él. En cuanto Adam, tenía la cabeza tan confundida, que apenas se daba cuenta que se estaba pegado con alguien. Realmente no se esperaba que le besara así, o ya de plano, que ocurriera esa discusión en primer lugar. Se imaginaba como mucho un "Gracias amor. Me encanta", acompañado de un pico de agradecimiento. Eso era lo máximo. Pero no se veía venir que lo agarrara con esa intensidad, como si le hubiese salvado la vida de alguna manera, y aún menos que le atacara así antes de que ocurriera esta situación tan... Particular. Tardó en asimilar lo que ocurría un par de segundos, pero cuando lo hizo, cerró los ojos lentamente, poniendo sus manos en la espalda de su pareja acompañando con unas caricias, el cariño que le estaba dando, disfrutando cada segundo de aquel momento de cercanía, que duró mucho más que su primer beso en su primera cita. Una vez se separaron, ambos inhalaron todo el aire a su alrededor, mientras se miraban sonrientes a los ojos. Él le corrió el pelo detrás de la oreja, mientras ella soltaba una lagrimilla de un color oscuro del resaltador de pestañas.

 

- ¿Qué pasó? - Le preguntó secándole el líquido de la mejilla, con el pulgar.

- Nada... Nada. - Dijo tomando su mano mientras le tocaba la mejilla, sosteniéndola con fuerza, si alejarla de él.

- No me refería a eso. ¿Por qué reaccionaste así recién?

- Pues...- "Busca una excusa Blair. ¡Rápido!" - Solo... No te traje regalo, y entré en pánico. - Terminó con una risa nerviosa "No se lo va a creer. ¡Idiota!"

- ¿Qué? - Preguntó y rio. - No pasa nada. Supongo.

- Está bien.

 

Una vez se le bajó de encima, Blair recostó la cabeza en su hombro, cerrando los ojos, para relajarse. Adam le tomó del hombro, cómo si la estuviese abrazando, para dejarle en claro que no le molestaba que se le recueste encima. Se quedaron el resto del día, dándose calor mutuo, sintiéndose alejados de los dramas de la semana, o la vida: Pudieron despejarse de esta forma, juntos. Tanto se relajó, que se durmió un rato. Estaba cansada, el bajón de estrés, y la calidez del momento, finalmente la superaron. Además, la situación, el contexto, el, le hicieron sentirse segura para poder descansar. Le despertó una vez el sol empezaba a caer, y la luna se levantaba. Ósea llegaba la noche. Comenzaron a caminar hasta la casa de la pelirroja, cuando entonces, tras la duda que no lo dejaba en paz, rondándole en la cabeza, exigiéndole saber terminó por preguntarle.

 

- ¿Por qué...?

- ¿Mhm?

- ¿Por qué te pusiste así cuando te regalé el libro?

- Pues...

- ¿Lo querías comprar de antes? ¿Eres materialista? ¿O...?

- No, no... - Le detuvo. - Pasa que...- Pausó y pensó como decir lo que tenía en mente. "¿Cómo explicarle de la forma más óptima para que no me deje en este momento exacto?" Cerró el puño y lo agitó mientras apretaba lo labios, antes de dirigirle la palabra. - Pasa que... - Suspiró. - Es la primera vez que una pareja o amigo, me regala algo. Así por lo menos. Con buenas intenciones. - Le explicó.

- Nha... No te creo. - Negó.

- Es la verdad. Cómo nunca tuve alguna relación seria...- Se detuvo. - Bah... solo tuve una relación así, o eso creí...- Divagó sacudiendo cabeza a los lados. - Mientras, los demás solo querían revolcarse.

- Hulala señor francés...- Referenció Adam.

- ¿Ah?

- Perdón. Continua.

- Y eso... Si me daban cosas simples: Flores, o chocolates. No me gustan las flores, pero amo el chocolate, así que ni tan mal.

- ¿Por qué no te gustan las flores?

- Es el regalo menos inspirado de la vida.

- Eh... Supongo que es verdad.

- ¡Ah! - Exclamó recordando algo. - Eso sí, una vez uno me regaló un osito de peluche color blanco, con un corazón.

- Lindo. - Alagó.

- Pero nada realmente tierno, amoroso, o... Real, al final del día. Solo cosas para sumar puntos para llegar a... Ya sabes: Eso. - Terminó, volviendo a ver el libro.

- Igual. - Le volvió a ver. - En general, los hombres: O no somos muy detallistas, o lo somos mal. A una chica le regalé un kilo de helado. Era intolerante a la lactosa. Así que puede que te equivoques con alguno. Somos así.

- No lo creo. La intención es lo que cuenta. Y no soy tonta.

- A bue.

- Las actitudes son fáciles de reconocer. Por ejemplo.

- Dime.

- Cuando uno miente, tienen un gesto característico. Por ejemplo, levantar las cejas, no poder mirar fijo a la otra persona. O... Mover el labio a la derecha. - Le dijo señalándole la mejilla.

- Hay. - Blair rio.

- Perdón.

- No te disculpes.

- Pero así somos. ¿Qué quieres que te diga? - Dijo un poco hastiado.

- Pero... No quiero que pienses que soy materialista o algo así... Pero...- Detuvo su paso. Se puso paralela a él. Tomó sus manos y le dijo. - No lo sé... Algo fue distinto esta vez. Es raro de explicar.

- No hace falta. - Dijo tomándole del mentón con los dedos, alzándole para verle a los ojos. - Me alegra que te haya gustado mi regalo. - Le acarició el pelo.

- No es tanto el regalo en sí. Ya te dije, que es más bien...- Se sonrojo, y se detuvo "Estoy siendo repetitiva ¿Verdad?". - Es más bien que me lo diste tú. - Le agradeció, viendo sus ojos color miel, que le expresaban cariño. - Simplemente: Gracias. - Empezó a acariciarle la mejilla, con una sonrisa, mientras se sonrojaba, sintiéndose genuinamente feliz de poder sentirse así, tan segura con alguien. - Te quiero mucho. - Le dijo con los ojos llenos de ilusión y amor. Adam sostuvo su mano con cariño, y cercándole de la cintura, le dio un beso en la frente, antes de abrazarla cálidamente, durante un rato largo.

- Yo también te quiero. - Le dijo al oído, mientras escondía el rostro en el hombro. "Quiero que este momento dure para siempre" Pensó Blair. - ¿Te puedo preguntar algo?

- Dime.

- ¿Lo tienes aun?

- ¿El qué? - Dijo alejando su rostro.

- El osito de peluche.

- Si. Estaba lindo como para tirarlo jaja.

- Vaaale. Jaja.

- Lo tiene Morgan como juguete para... Descargarse. - Dijo entre risa un poco atrevidas.

- ¿Quién es Morgan?

- Mi gato.

- ¿Tienes mascota?

- Sip. Ya lo conocerás. Te lo prometo. Chau. - Le dio un beso en la mejilla.

- Adiós. - Entrando en la casa, su padre la saludó y le preguntó.

- ¿De dónde vienes? - Ella pensó su respuesta, pero respondió con alegría.

- -Vengo de salir con Adam. Mi novio.

- Ni si quiera lo habían hablado aún, pero Blair ya lo sentía así. Sentía que esa relación, sin saber qué ocurriría exactamente, si sería duradera o no, sería muy implorante, porque jamás se había sentido así con alguien.

- Me alegro hija. Me alegro enserio.