Punto de vista de Luneth
Como imaginé el señor Hel vino, el mensaje de la diosa llegó mientras tenía mis rezos diarios, según ella tenía que traerlo, pero las visiones del futuro que acompañaron su mensaje fueron sobre las terribles peticiones, el porqué de estas, el resultado que se espera, y el futuro que seguramente acabe por formarse, da miedo, si el camino se tuerce un poco, entonces será un adiós, uno el cual no podremos revertir, simplemente estamos a una decisión…
Muchas veces tengo la sensación de que esta habilidad, es más una maldición, pero la que jamás rescindiré de ella si con ello puedo llevar los deseos de Gwen.
Con un ligero saludo invite al inmortal al templo, él parecía mirar el interior del edificio y tan rápido como dio unos pasos fue mandado al reino de mi diosa.
Esto no se lo tomaron bien sus dos acompañantes, el varón me alzo agarrándome de la ropa del cuello, mientras que ella se quedó mirándome.
No estoy segura, con esas máscaras no puedo ver sus ojos, pero apostaría que su mirada está impresa en mí.
Al poco pude notar un ligero cambio en ellos, parecían más imponentes que hace unos segundos, incluso un aire de magnificencia comenzó a exudar de sus cuerpos, era extraño, casi imperceptible, pero a su vez, muy notable.
Uno podía notarlo, el cuerpo parecía entender por sí solo que debería inclinarse al verlo, igual que cuando veo a mi adorada diosa.
A los pocos suspiros, el inmortal regresa y obliga al ser que me agarra a dejarme en el suelo.
Realmente me ha salvado, el aura asesina de este ser estaba comenzando a desbordarse, si no fuese porque se, que cuando muriese, volvería a la vida, entonces ya estaría en lágrimas y suplicando.
Esta pérdida del sentido de la supervivencia también es una maldición, la vida es tan hermosa por su frugalidad y ahora… vivirla eternamente.
Mientras estaba perdida en mis pensamientos, un soldado llegó, cansado, agotado, el sudor recorría su rostro y su cuerpo temblaba, con una fuerte e inestable voz, la cual portaba sus últimas fuerzas, dijo aquello que temía.
-Señor Hel, Señorita Luneth, se os requiere urgente en el castillo, ya se sabe cuándo empezara la batalla - Tan pronto como lo dijo, desfalleció, una de mis sacerdotisas corrió a su ayuda y lo cargo dentro del templo, allí el pobre joven podría recuperarse.
Sin tiempo, comencé a correr hacia el castillo. Cuando un brazo sostuvo mi espalda y otro mis piernas, el aterrador inmortal me estaba cargando de la misma manera que me explicaba Gwen en sus historias, debido al contacto, tanto su olor como su calor comenzaron a inundar mi cuerpo, mis orejas comenzaron a enrojecerse y mi aliento se agito, mi corazón… él solo revotaba en mi pecho como un loco.
Lo peor fue cuando me di cuenta de que me estaba mirando, realmente solo quería quedarme en un agujero, pero acabé por recostarme en su pecho, por un momento, mientras las calles volaban a mi alrededor, Hel no parecía tan aterrador.
Punto de vista de Hel
Mientras recorría las calles podía notar a Lunteh recostándose en mi pecho, su olor y calor, ese tono rojizo en sus orejas, realmente cautivador, incluso mi corazón parecía acelerarse un poco, pero entonces, una ligera sed de sangre llegó desde atrás, no hizo falta mirar para darme cuenta de que era Irina, su sed de sangre era especialmente fría y oscura, aterradora.
Aun así, mi corazón seguía siendo inestable.
En menos de unos pocos minutos ya estábamos enfrente del castillo, allí estaba Gwen esperándonos junto con los generales y algunos ministros económicos.
Por alguna razón ella estaba sonriendo y los demás presentes tenían una extraña expresión.
No me di cuenta de la situación hasta que Irina me toco el hombro y dijo – Señor, ya hemos llegado, ya no es necesario que la siga cargando – Solo entonces me di cuenta de que no había soltado a Luneth. Al mirarla aún seguía recostada, pero de alguna manera noto que mi vista bajo, volviéndose aún más roja si eso era posible.
Yo siempre fui algo espeso con los asuntos del corazón, pero nunca fui ni creo volverme como esos protagonistas de los mangas y novelas, los cuales no eran espesos, si no, imbéciles integrales.
Viendo la posibilidad de malinterpretar nuestra situación, baje a Luneth, cuando sus pies tocaron el suelo perdió el equilibrio, pero antes de que cayera la agarre por la cintura.
Ella ya era un tomate el cual rápidamente salió de mi brazo y corrió dentro del castillo, claro está que la pequeña emperatriz no tardó en reírse de su amiga.
Niña tonta, no huyas, sabes que te puedo permitir asistir a esta última reunión antes de la batalla en su regazo, seguro que sería un gran motivador – Ella no parecía con la intención de frenar sus burlas aun en una situación tan compleja como esta, aunque admito que yo también tengo un cierto rubor.
Punto de vista de Luneth
Poco a poco el calor del inmortal comenzó a acunarme, estar tan cerca de él no era tan terrorífico al final, era muy extraño, daba la sensación de que jamás podría sucederme nada malo, una sensación tan plácida poco a poco, mi cabeza se recostó en su pecho y perdí la noción del tiempo.
Y aunque no sé porque, solo quería que este momento durase para siempre, el ritmo de su corazón era como la luna tranquila comparado con el mío tormentoso, aunque en algún momento parecía desacompasado rápidamente se reprimía, como si no quisiera despertarme de este ensueño.
Pero como todo, tiene un fin, a los pocos minutos pude ver el castillo y a Gwen mirándome con una sonrisa traviesa, ya sabía lo que ella tenía en mente… Y eso solo hizo que la sangre fluyese rápidamente a mi cabeza, casi sofocandome del calor, pero no podía apartarme, era como si estuviese en el protector abrazo de un padre, pero entonces aquella molesta inmortal tuvo que hablar, al hacerlo el bajo ligeramente la cabeza, muy imperceptible pero estando cerca fue fácil de darse cuenta, él me estaba mirando, por favor, no, no lo hagas.
Pero en contra de mis deseos el me bajo al suelo, no sé porque pero no pude notar bien mis piernas y en el momento en el que ellas tuvieron mi peso encima cedieron.
No podía creerlo, me iba a caer pero un brazo rápido me agarró de mi cintura y me llevó a su cuerpo, no hacía falta mirar para saber quién fue, todo mi cuerpo tenía su aroma, la vergüenza me pudo y al momento siguiente corrí dentro del castillo, no podía mirarlo de nuevo.
Claro está, esta amiga cruel me estaba avergonzando aún más mientras yo corría dentro.
¡Gwen idiota…!