Con nuestro rugido, cruzamos a nuestras unidades y chocamos contra la ola de enemigos, grupos de hombres lagartos, más parecidos a una variante acuática pero de 3 metros, estaba rompiendo la línea usando su monstruoso cuerpo y sus afiladas garras, las cuales podían desgarrar el cuerpo de mis súbditos como si nada.
Mi tridente golpeó el hombro del más próximo, el me miró y gritó en furia, mi tridente solo había logrado profundizar una simple muesca, una herida de carne.
Con su agro en mí este ser cargo como si nada, empujando usando su enorme y musculoso cuerpo, como un toro enfurecido, cargando sin mirar.
Su carga fue rápida, chocando con sus aliados y enemigos, pero dada mi movilidad no fue capaz de alcanzarme, aunque soy una reina, ante todo, soy una guerrera que ha levantado este reino desde sus cimientos.
Justo cuando este ser paso a mi costado, barrí mi tridente hacia sus talones, con otro gritó la criatura tropezó y tras eso varios soldados usaron sus armas y una docena de heridas fueron mascadas en su espalda, aun así esta monstruosidad logro segar una vida justo antes de que llegase a darle el último golpe.
Este pobre soldado fue agarrado y destripado de un bocado.
Ella aún seguía gritando, pero al final nada, no pude evitar mirarla por un segundo, esta lamia estaba condenada a una muerte segura.
Así era la guerra y no sería la única en sufrir sus consecuencias.
Al mirar a la izquierda pude ver a Leva junto con Gong y varios miembros de su clan, eran lo más parecido a una unidad de élite en este grupo, todos peleaban y se escudaban entre ellos, pero mientras, la primera línea estaba cayendo visiblemente.
Varios soldados estaban siendo continuamente atravesados, cortados o aplastados, incluso devorados.
La marea era inagotable y no podíamos aguantar, como la roca blanda contra el oleaje.
Sin perder más tiempo me lance contra varios enemigos, en este caso era otro grupo que rompió la línea defensiva.
Aunque aún la manteníamos, las unidades monstruosas no frenaban su frenesí, dando a aperturas en nuestras formaciones, como puertas de una presa, dejando a varios enemigos vía libre para entrar y destrozarnos desde dentro.
Estos enemigos no eran seres monstruosos, soldados en forma de canes antropomorfos, sus armas eran unas cuchillas curvas, como medias lunas unidas a sus puños, con las cuales rápidamente golpeaban y cortaban, mucho más flexible que las espadas pero con mucho menos rango, pero este grupo de canes eran letalmente sincronizados.
Bajo su trabajo en equipo y una agilidad envidiable estaban deshaciéndose de varios soldados como si nada y eso no podía permitirlo.
Bajo un grito me lancé hacia ellos.
Intenté una estocada con mi arma, pero fue esquivada sin mucha dificultad, mientras uno de ellos esquivaba, otro rápidamente atacó mi flanco izquierdo.
Tuve que dar un rápido salto e intenté barrer con el tridente, el resultado fue que mi arma fue detenida por sus cuchillas, tras esto un tercer can intentó un ataque por la espalda.
Sin ninguna duda me agache y su cuchilla solo corto un poco de cabello, el primero volvió al combate tras haber esquivado mi primera estocada, fue a cortarme en horizontal justo cuando me agache, lo pude detener y empujarle hacia atrás, pero estaba acorralada en este momento.
Al siguiente momento los tres canes estaban mirándome sin hacer ningún movimiento, esperando un segundo de debilidad mientras que yo los apuntaba con el tridente.
Fue entonces que un cuarto can entró en combate y se lanzó hacia a mí, en ese momento no dude y fui directa hacia el, si retrocedía me asediarían por detrás y si me adelantaba, el resultado sería el mismo, pero tendría una posibilidad de quitarme uno de encima y así fue.
El can parecía sorprendido por mi movimiento atrevido y fue atravesado en el vientre, pero entonces sus compañeros llegaron y no pude evitar que me hicieran varios cortes en brazos y el torso, mi armadura me cubría los puntos vitales, pero como una mujer llevada a la destreza, exponía zonas para asegurar su ligero peso y mejor movilidad, sobre todo en el vientre y las intersecciones de los brazos, lo mismo para las piernas.
Sus cortes no fueron extremadamente profundos, pero su dolor hizo que llevar el tridente fuera decenas de veces más difícil.
Cuando logre separar el tridente de la víctima, esté aun respiraba pero no podía levantarse debido al dolor, solo le quedaba una muerte lenta.
Rápidamente salte hacia un costado donde ningún can estaba cerca y me acerqué a algunos soldados.
Ellos al notarme y a los canes rápidamente apuntaron sus armas y gritaron en una pequeña carga, los gritos no eran necesarios a nivel del combate, pero indispensables para afrontar la inminente muerte.
Bajo los ataques del par de soldados, los canes no tenían tanta movilidad y no pudieron entrar en una ventaja tan abrumadora como la anterior.
Siendo el caso, pude atrapar a uno justo cuando detuvo el arma de uno de los soldados, igual que ellos a mí, castigue su acción, pero en mi caso acabo con mi arma atravesando su garganta.
Usar tus dos brazos para detener un arma en un combate de múltiples objetivos era realmente una apuesta arriesgada.
Los otros dos se miraron y al ver a su compañero muerto se lanzaron en un ataque suicida, aun siendo apuñalados por nuestras armas ellos se acercaron lo suficiente para matar al par de soldados.
No tenían miedo a la muerte y eso fue extraño.
Para hacer tal acto solo había varias posibilidades, su maestro era muy amado o eran jugadores, pero ahora no era el momento de hacerse estas preguntas, la batalla continuaba y fue entonces cuando una lanza perforó mi hombro, una especie de hombre rata, muy bajo, fue capaz de escapar de mi vista y llegó a herirme.
Justo cuando el ataque de este ser tuvo éxito una flecha le atravesó un ojo y lo mató, pude ver por el rabillo del ojo a Luneth con su arco, cuando terminemos tendré que recompensarle bien.
Debido a esta herida ya no podía usar el hombro izquierdo, habiendo perdido casi toda la fuerza para sujetar mi arma con este brazo, más bien inutilizándolo.
No pude evitar gruñir y comenzar a retirarme, ahora mismo no soy útil. Ojalá mi raza se centrase más en el combate.
Al poco pude ver a Leva correr hacia mí, tenía varias flechas clavadas en la armadura, incluso de algunas de ellas salía sangre.
-Mi reina, tienes que retroceder, así no puedes pelear y si mueres será un duro golpe para nuestra moral, por ahora retírese con el señor Hel – Aunque el dolor era profundo y sabía que él tenía razón, no pude evitar mirarle con mala cara, yo quiero seguir peleando por defender mi hogar, pero mi cargo no me lo permitía.
Él me agarró del otro hombro y me ayudó a regresar, la batalla llevaba apenas unos minutos, pero ya podía ver a los nuestros cayendo, nuestras filas siendo destruidas una a una y a mis amados súbditos, amigos y sirvientes perdiendo su vida.
Necesitamos ayuda o no podremos corresponder su sufrimiento ni defender nuestro hogar, nos falta fuerza, nos falta poder…