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Punto de vista de Carolyn:
Amaba el palacio; era como mi segundo hogar.
Cuando era joven, era una chica tímida y delicada. Me pregunto si fue por la forma en que me educó mi padre. Él me amaba profundamente, pero no sabía cómo criarme, siempre considerando a las niñas como muñecas de cristal delicadas y frágiles, por lo tanto sobreprotector. No era de extrañar que tuviera una personalidad tan algodonosa como un niño.
Sin embargo, todo cambió cuando enfrenté un gran desastre en mi vida. Una bruja me secuestró, mi hermanastra, quien me arrojó a la boca de un volcán, tomando mi lugar en la Manada Lycan pretendiendo ser yo.
Para ser honesta, apenas puedo recordar mis sentimientos de aquel entonces, pero seguramente debieron haber sido una mezcla de miedo y ansiedad. Sin embargo, lo que más me impresionó no fue el tormento abrasador ni los monstruos ocultos, sino el espantapájaros rígido e inerte que me mostró un inmenso cuidado.
