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Punto de vista de Yarin:
La partida de la diosa fue silenciosa y sin esfuerzo, y mis intentos de asir algo fueron en vano.
Una brisa gentil pasó, y los lotos del jardín se marchitaron tranquilamente, creando una lluvia de pétalos coloridos que flotaban hacia abajo con gracia.
Cubrí mi corazón, sintiendo un nuevo ritmo pulsando dentro de él. La sensación de vacío y pérdida me abrumó, y las lágrimas fluían incontrolablemente.
Sabía que nosotros, la manada de lobos, y yo habíamos perdido para siempre un tesoro precioso.
La partida de la diosa era como el último rayo de luz lunar antes del alba, ofreciendo generosamente todo su esplendor al mundo, dejando solo un atisbo de reluctancia, y luego partiendo silenciosamente.
Este jardín eterno de la noche perdió a su propietaria desde entonces, dejando solo las ramas solitarias y hojas marchitas como testigos de su anterior gloria.
—No llores —me empujó Spil con su cabeza peluda—. La diosa acaba de partir, pero volverá algún día.