Punto de vista de Yarin:
Cuando salí de la habitación, Lily ya me estaba esperando.
Hoy estaba realmente hermosa. El vestido blanco hacía que su piel bronceada se viera tan delicada como la porcelana, y los diamantes centelleantes no podían ocultar sus ojos, que brillaban como estrellas.
Casi no la reconocí. Lily con overoles y Lily con un vestido parecían ser dos personas diferentes.
—¿Qué te pasó? —Heller me miró preocupado—. Tu cara está tan roja. ¿Tienes fiebre?
—Cállate, niño —ajusté mi cuello incómodamente y dije con fiereza—. Es solo que... Es solo que mi cuello está un poco apretado y no puedo respirar.
Lily nos notó y nos saludó con la mano. La pulsera de plata en su brazo atrajo mi atención. Segundos después, me di cuenta de que era de mala educación mirar el brazo de una dama. Así que inmediatamente aparté la mirada y fingí que nada había pasado para ocultar mi distracción.
