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—Racionalmente, sabía que había un problema masivo con mi estado de ánimo actual —comenté—. Mi autoengaño y autodesprecio estaban mal. Sin embargo, si los problemas psicológicos pudieran resolverse con autoajuste, no existiría tal cosa como un psiquiatra.
—Así que, bajo la mirada preocupada de mi padre y las lágrimas calientes de mi madre, finalmente elegí escuchar su arreglo, tomarme un descanso y recibir tratamiento de intervención psicológica.
—A propósito —finalmente supe cuál era la sorpresa de la que Rhode había hablado.
—Debo admitir que me quedé atónita cuando escuché a Emma decir que estaba comprometida con Rhode.
—Lo que siguió fue un grito penetrante.
—Dorothy y yo —abrazamos a Emma emocionadas, atrayendo la atención de las demás personas en el jardín.
—¡Oh Dios mío, no esperaba... Felicidades! ¡Diosa de la Luna! ¡Maldición, Rhode! ¿Cómo se atreve a bromear con algo tan importante?