—Sin embargo, Su Bei ya había visto a la enojada Sra. Yue sentada en el sofá —dijo Su Bei en voz baja—. Su Bei supuso que esa persona era la madre de Yue Ze.
La última vez que Lv Shan dio a luz, la Sra. Yue llamó a Yue Ze por su enfermedad del corazón. Ahora que ella había venido personalmente, parecía tener malas intenciones.
—Lo siento, no sabía que tenías visitas —dijo Su Bei en voz baja.
La Sra. Yue se levantó, miró a Su Bei y se fue sin decir nada.
—¿La madre del Hermano Yue Ze te ha causado problemas? ¿No está de acuerdo con la relación? —Lv Shan asintió—. Sabía que sería difícil, pero solo ahora que me enfrento a ello me doy cuenta de lo grave que es.
En aquel entonces, cuando dio a luz sola, Lv Shan sabía que la madre de Yue Ze estaba detrás de ello.
Pero ahora, al venir a llamar a su puerta, la vergüenza era aún más dolorosa.
—Solo sé que ya no tengo derecho a amar y ser amada... —Lv Shan bajó la cabeza, sus ojos enrojecieron—. Ya no era tan capaz como en el trabajo.