El Dr. Hu no había visto a su hija tan feliz en mucho tiempo.
Después de que Su Bei saliera y estuviera a punto de subir al coche, el Dr. Hu la alcanzó. —¡Srta. Su Bei! —exclamó.
Su Bei se dio la vuelta.
El Dr. Hu frotaba sus manos mientras las lágrimas se acumulaban en sus ojos. —Srta. Su Bei, muchísimas gracias.
Su Bei solo sonrió. Ella no era una santa, pero como madre, no podía soportar ver a su hijo sufrir. Por lo tanto, podía empatizar con el Dr. Hu.
—Srta. Su Bei, nos has traído buena suerte. Acabo de recibir una llamada que dice que hay un órgano para Xiaoxiao y puede someterse a un trasplante... Hay esperanza de que se recupere.
—Felicidades —Su Bei estaba feliz por él, pero su expresión seguía siendo neutral.
Su Bei subió al coche y se fue. El Dr. Hu miró en la dirección en la que se fue y de repente pensó en la palabra 'ídolo'. Dijo sinceramente:
—Su Bei, mereces la identidad y el título de un ídolo.
...