Ni Huang miró detrás de ella con determinación en sus ojos. —¡No tienes que hacerlo! ¡Lo haré yo misma!
Después de hablar, observó a las personas detrás de ella que sostenían espadas, lanzas y alabardas. Todas esas miradas la consideraban como un monstruo, una espía, y una mujer que traería desastre al Gran Imperio Xiao.
Sin dudarlo, caminó hacia el acantilado.
—¡Ni Huang! —Hua Yingrong vio su intención y corrió hacia Ni Huang.
Ni Huang echó un vistazo a Hua Yingrong. Hua Yingrong extendió su mano, queriendo jalarla de vuelta.
Sin embargo, Ni Huang firmemente apartó la mano de Hua Yingrong y saltó.
Según la escena, era el momento en que Fang Yourong debería detenerse. Ni Huang saltaría del acantilado, mientras que Hua Yingrong saltaría hacia el acantilado y solo atraparía aire.
No obstante, algo inesperado sucedió. Cuando Su Bei saltó, Fang Yourong se quedó atónita. No solo no se detuvo, sino que incluso abrazó a Su Bei y saltó con ella.