Inmediatamente se dio palmadas en el pecho y dijo:
—Déjame este asunto a mí.
Sería fácil mediar el conflicto entre los dos pequeñines.
Lu Weijian entró en el dormitorio principal con Gun Gun en sus brazos. Vio a Da Bao parado allí, ausente, con los ojos rojos. El dolor en sus ojos no parecía haber sido causado por una pelea entre niños.
Tras una breve pausa, Lu Weijian preguntó:
—¿Qué ocurrió?
Da Bao no le respondió en absoluto. En su lugar, sostenía la carta en su mano con fuerza. Había pliegues en la carta.
—¡Hermano Da Bao! ¡Hermano Da Bao! —Gun Gun sacudió a Da Bao, tratando de hacer que soltara la carta. Pero Da Bao actuaba como si no oyera nada.
—Déjame ver —Lu Weijian extendió la mano para tomar la carta.
El agarre de Da Bao era tan fuerte que Lu Weijian necesitó varios intentos para quitársela. Da Bao aún estaba allí, inmóvil, como si su alma hubiera abandonado su cuerpo. Estaba completamente atónito.