Ella no quería que Lu Heting gastara demasiado dinero, pero como él era su marido, era normal que él gastara un poco en ella.
Sin embargo, no podía decidir cuál escoger. Todos ellos se veían tan hermosos que conmovían su corazón.
Su Bei sostenía el folleto y lo miraba atentamente.
Lu Heting frunció el ceño. —¿No te gusta ninguno de ellos?
Todos habían sido seleccionados primero por él y escogidos porque se ajustaban a su gusto. Si a Su Bei no le gustaba ninguno de ellos, tendría que conseguir un nuevo lote de diseñadores para rediseñar las joyas.
—No, es solo que me gustan mucho todos ellos. No puedo decidir cuál es mi favorito en este momento, así que no puedo elegir —dijo Su Bei mientras se rascaba la cabeza frustrada.
La tensión en el corazón de Lu Heting desapareció. Él sugirió, —Entonces puedes elegir algunos.
—¿Puedo? ¿De verdad está bien comprar unos cuantos? —Su Bei preguntó con una sonrisa.
—Claro. Me aseguraré de conseguírtelos.
