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—Cuando no sabía qué decir, la tía Chen se acercó y dijo:
—Señorita Liao, el joven maestro viene a recoger al pequeño maestro.
—¿El joven maestro Lu viene? —Liao Xintong rápidamente retocó su maquillaje.
La tía Chen agarró la mano de Gun Gun y dijo en voz baja:
—El joven maestro nos dijo que bajáramos directamente. Como siempre, nos espera en el lugar de siempre.
Cada vez que Lu Heting venía a buscar a Gun Gun, nunca daba un paso dentro.
Al sentirse decepcionada, Liao Xintong se mordió el labio rojo.
Aun con Gun Gun a su lado, nunca había sido favorecida por Lu Heting. Si no fuera por la presión de los ancianos de la familia Lu, quizás ni siquiera podría ver a Gun Gun.
Incluso ahora, Lu Heting todavía se negaba a verla.
No obstante, solo un hombre como Lu Heting podía hacerla sentir segura. Si no quería verla a ella, también significaba que no vería a otras mujeres. Todas las mujeres eran iguales frente a Lu Heting.
Lo que le faltaba era tiempo.